La oleada de robos continúa su marcha imparable y con los establecimientos hosteleros como objetivos más deseados por los amigos de lo ajeno. Después de que en la noche del miércoles un encapuchado entró a robar en el mesón-restaurante O Galeón, en A Pobra, para llevarse unos 400 euros, entre otras cosas, y causar cuantiosos daños, en la madrugada siguiente la víctima fue el bar Betanzos, en la Rúa do Vilar, de Palmeira, que hace una semana reabrió sus puertas con nueva gerencia, después de una temporada cerrado. De hecho, estaba realizando las gestiones para instalar un sistema de alarma, según precisó su responsable, Juan Carlos Lago, quien recordaba las más de 20 veces que le entraron a robar en tres años cuando regentaba el bar Esteirón, y en una de las ocasiones hasta le llevaron la tragaperras entera.
El hostelero recordó que cerraron las puertas del establecimiento a medianoche y cuando acudió a abrirlas ayer a las nueve de la mañana no observó nada extraño en la fachada y todo parecía estar tal y como lo había dejado horas antes. Sin embargo, al entrar ya observó que la máquina tragaperras estaba reventada y los cajetines del dinero por el suelo. También vio como el cristal de una ventana de madera estaba roto y que la de aluminio que va por fuera de esa, del tipo corredera, la forzaron, tal y como evidenciaban unas pequeñas marcas en la misma. Luego fue a comprobar la caja registradora, que dejó abierta, pero no se llevaron el cambio, pero si echó en falta facturas y otros documentos que guarda en unos cajones que hay justo debajo de esa máquina, por dentro del mostrador.
A continuación alertó a la Policía Nacional, que desplazó inicialmente una patrulla hasta el bar y poco antes de las once de la mañana llegó el personal de la unidad científica para recoger huellas y otras pruebas y tomar imágenes de la escena del robo. Según lo cálculos de la empresa suministradora de la máquina tragaperras, la cantidad de dinero que tenía en el momento del robo rondaba los 250 euros, pues acababa de dar algún premio importante y tampoco llevaba mucho tiempo funcionando.
Al parecer, el ladrón trató de pinzar la tragaperras por las partes inferior y superior, pero debido a su cierre de seguridad y sistema de semiblindaje le resultó imposible, por lo que acabó abriéndola por la zona de los pulsadores, sin hacer demasiado destrozo. Por la tipología de los daños en la máquina, todo apuntaba a una persona que pudo asaltar otras de esa empresa.