La confirmación de las quitas a los afectados por las preferentes de Novagalicia Banco desató ayer una oleada de protestas en distintos puntos de Galicia, entre ellos Riveira, donde se vivieron momentos de gran tensión en una de las tres sucursales a las que acudieron una veintena de afectados de varios municipios de la comarca a los que aglutina la plataforma de Arousa Norte. “Horrible” es el calificativo que utiliza María José Gómez, una de las participantes en la protesta, para referirse a lo sucedido en la mañana de ayer. Los afectados irrumpieron en la sucursal entre gritos de “queremos cobrar”, “nin quitas nin accións” o “queremos o noso diñeiro íntegro”. Algunos de los manifestantes trataron de hablar con el director de la oficina, lo que generó la reacción de una guardia jurado contratada por la entidad. “Empezó a gritarnos: váyanse de aquí, va a venir la Policía” y “sacó la prora y empezó a empujarnos hacia atrás. Lo único que queríamos era hablar con el director, no íbamos a matar a nadie, solo a reclamar nuestro dinero”. El enfrentamiento se mantuvo durante varios minutos y enervó los ánimos entre los afectados. “La gentese puso histérica, a gritos, desquiciada. Fue horrible”, reitera María José Gómez, que insiste en que la guardia jurado “se puso como loca, echándonos fuera. Nunca nos pasó nada igual” en las protestas desarrolladas hasta ayer. “Menos mal que éramos bastante gente, si no nos daba (con la porra). No puede ser que sin hacerle nada, nos empuje”.
Varios agentes de la Policía Nacional acudieron a la sucursal para intentar poner calma y que imperase la cordura en lugar de seguir el enfrentamiento. “Cuando vinieron los policías, que se portaron bien, se relajó un poco”, la situación, explica la afectada. Después, los manifestantes continuaron su ruta por otras dos sucursales riveirenses, seguidos por los agentes ante la posibilidad de que pudieran repetirse los incidentes, pero los ánimos ya estaban más tranquilos. Eso sí, los afectados regresaron a sus casas con sensación de impotencia: “seguimos sin dinero y desquiciados porque no tenemos a nadie que nos defienda”, concluye con tono desesperanzado María José Gómez.