Estrategia política

La política está infravalorada. Basta escuchar los comentarios de las personas que leen los periódicos para darse cuenta de que la mayoría de ellas consideran esta actividad como una oportunidad para el medre personal y no como un modo de vida con vocación de servicio. Cierto que cada vez son más las personas que hacen carrera en este campo para hacerse un hueco en el partido, eso sí a base de trabajo y sacrificio, y obtener después un sueldo público si los ciudadanos son generosos en las urnas. Todos podemos enumerar más de media docena de personas que tienen en la política su único oficio durante años y que hacen de ella un trampolín hacia la empresa privada cuando alcanzan la madurez y otros más jóvenes ocupan sus puestos.

Estas situaciones, que no corresponden a todos, son las que generan cierta desconfianza de quienes consideran que ante la disyuntiva del interés general y la supervivencia personal o familiar pueden decantarse por la segunda. No niego que sea así en algún caso puntual, pero los políticos son esenciales en nuestra sociedad e incluso la confrontación también tiene connotaciones positivas porque genera debate y espíritu crítico, algo fundamental hoy en día porque significa que hay que pensar en el por qué de las cosas para tener conciencia y criterio propio. Algo bien distinto es que dinamiten las instituciones desde dentro como parece que ocurre ahora en el Congreso de los Diputados con exabruptos que sobrepasan los límites del decoro y del debate en una sede parlamentaria.

A nivel local no se ha llegado a esos extremos pero también hay sus más y sus menos y algunas sorpresas como la de Catoira con la moción de censura fallida. Este caso demuestra que en los pequeños ayuntamientos también se puede ejercer una política de altura, porque lo ocurrido ese día ha sido una jugada maestra para quienes observan desde fuera sin interés ni ambición alguna. Había que pensar en las consecuencias de cada movimiento antes de establecer el primero que, como casi siempre ocurre en la vida, fue el último en gestarse y, por supuesto, para mayor emoción, in extremis.

La dimisión del alcalde, Xoán Castaño, instantes antes de la celebración del Pleno fue determinante para que se desarrollase la estrategia prevista para la partida y quedase tiempo para pensar en la segunda parte, que tiene varias vertientes.

Una vez eliminada la posibilidad de que el PP se decante por socialistas o nacionalistas, con un Iván Caamaño ganando experiencia a raudales, la opción más fácil para los aparatos de los partidos pasa por la renuncia voluntaria de Alberto García a la Alcaldía, algo  que no parece factible en este momento al no estar dispuesto a abandonar la política activa en Catoira después de más de dos décadas al frente del gobierno.

Por este motivo hay quien busca otras soluciones que permitan ganar la partida de forma brillante. Y es que para hacer política de primera división no hace falta salir a diario en la televisión, sino tener un conocimiento profundo de la administración, determinación, talento y poder de convicción. Solo esto demuestra que no todos los que critican a los políticos por su incompetencia mientras ven el telediario de turno serían capaces de idear y desarrollar estrategias de este estilo porque, ténganlo seguro, está al alcance de pocos

Estrategia política

Te puede interesar