Los teléfonos sitúan a los cuatro acusados en la zona en la que “Lucho” fue asesinado

Los teléfonos sitúan a los cuatro acusados en la zona en la que “Lucho” fue asesinado
Diario de Arousa-2014-03-12-016-b2a801d4

Los teléfonos móviles resultaronfundamentales para la Guardia Civil a la hora de estrechar el cerco sobre los presuntos asesinos del morañés Enrique Monteagudo Caldas (\“Lucho\”). Desde que, al día siguiente del crimen, apareció en A Pontenova el teléfono de la víctima, la investigación se dirigió ya hacia el cuntiense Adrián Ferro Couto. Él fue el que concertó la cita con Lucho a orillas del embalse del Umia. Lo hizo con un SMS enviado con el móvil de un amigo (Esteban Senín) y también con una llamada a las 13:33 del día en que mataron a Enrique, el 22 de julio de 2010. La llamada se efectuó desde el teléfono fijo de la casa en la que Adrián vivía con sus padres. La madre de Lucho escuchó parte de la conversación. Según declaró ayer, oyó como su hijo decía \“Onde quedamos, na Pontenova?\”. Además, gracias a los repetidores de la zona y a la monitorización del teléfono de Adrián, la Guardia Civil tiene constatado que a las 15:51 del día 22 (la franja horaria en la que falleció Enrique), Ferro estaba \“en el punto exacto en el que se produce la muerte\”, afirmó en la segunda sesión del juicio el capitán de la Guardia Civil que estuvo al frente de la investigación. En ese momento, Adrián recibó una llamada \“de una compradora de cocaína\” que permite concluir \“con un margen de error mínimo\” que estaba en A Pontenova. El propio acusado reconoció el lunes que presenció el asesinato, aunque cargó las culpas contra los otros tres acusados, de los que dijo que eran los autores materiales. Ellos lo niegan. Ni siquiera reconocen haber estado allí.
La tardanza con la que se produjeron sus detenciones (entre un año y año y medio después del crimen) impidió obtener datos tan exhaustivos de los teléfonos de los estradenses Borja Coucheiro Sanjurjo, Héctor Vázquez Liste (\“Ziritione\”) y Jesús Piñeiro Mera (\“Chicho\”). Pero a través de los repetidores próximos, la Guardia Civil también concluye que estuvieron en el entorno de A Pontenova tanto el día del asesinato como en las jornadas inmediatamente anterior y posterior. El repetidor de Afieiras (en Moraña) es la pieza clave del puzle. Se ubica en una \“zona estanca\”, explicó el actual jefe del Grupo de Homicidios de la Guardia Civil. Al salir de Moraña \“se pierde la cobertura\”, por lo que no hay posibilidad de que se solapen los repetidores. O salta uno u otro\”, añadió el capitán que dirigió la investigación.
Este repetidor de Afieiras, próximo a A Pontenova, lo activaron los teléfonos de los cuatro acusados el día 21 de julio, víspera del asesinato, en la misma franja horaria, sobre las cuatro de la tarde. Esto indica, explicaron los guardias civiles, que estaban \“en la zona\”, aunque no puede saberse \“el punto exacto\”. El 22 y 23 de julio los teléfonos de Adrián, Héctor y Borja (no el de Chicho) también activan el repetidor de Afieiras en horarios muy similares. En la tarde del asesinato esto ocurre en el entorno de las 17 horas. En esos días, el tráfico de llamadas entre estos tres acusados fue \“intenso\”, hasta que \“Adrián y Borja se dan cuenta\” de que los están investigando \“e intentan romper todos los lazos\”. Borja, que tenía alquilado un piso en Cuntis, lo abandona \“repentinamente\” el 26 de julio, dejan de llamarse y solo se comunican, en ocasiones, por las redes sociales.
Hasta seis guardias civiles prestaron ayer declaración ante el tribunal popular. Explicaron que el cadáver de \“Lucho\”, que fue localizado el 23 de julio por un pescador, estaba \“boca arriba\”. Presentaba lesiones de dos tipos (hechas con arma blanca en el cuello y con un objeto contundente en la cabeza) por lo que los investigadores están convencidos de que Enrique Monteagudo \“fue atacado, como mínimo por dos personas\”. El cuerpo no tenía heridas defensivas, lo que les lleva a concluir que la agresión fue \“sorpresiva\”, explicó el capitán que estuvo al frente del caso. El actual jefe del Grupo de Homicidios añadió que el cadáver se movió unos veinte metros de dos formas distintas. En un primer momento, \“fue elevado\”, para lo que se necesitan, \“al menos, dos personas\”. Después fue arrastrado por el suelo para tratar de ocultarlo entre la maleza. En la escena del crimen no se hallaron restos biológicos, ni fibras o huellas \“de nadie, pero alguien estuvo allí\”. La ausencia de estas evidencias impide a la Guardia Civil \“concretar quién ejecutó materialmente el asesinato. Solo podemos decir que todos ellos (los acusados) estaban allí\”.
Algunos de los guardias que comparecieron participaron en el registro de la caravana y el coche de Jesús Piñeiro (\“Chicho\”), en el que hayaron varios objetos contundentes que podrían haberse utilizado para golpear a la víctima. El lunes Adrián reconoció una barra de hierro como el arma empleada. La fiscal comentó, también en la primera sesión, que uno de esos objetos coincidiría con alguna de las heridas que presentaba el cadáver, algo que aún deberán confirmar los forenses.
Al igual que en la jornada anterior, la defensa de Borja Coucheiro intentó situar en el punto de mira a Esteban Senín y Rubén Miranda, los dos amigos y vecinos de Adrián Ferro, que ayer comparecieron como testigos. La jueza tuvo que llamarle la atención en repetidas ocasiones, recordándole que \“esas dos personas han quedado excluidas\” del juicio e instándole a que \“no trate de implicar a nadie que no está acusado\”. El jefe de la investigación manifestó que \“ningún indicio\” les hizo \“sospechar\” que Esteban y Rubén \“hubieran participado en el hecho material de la muerte\”. La Guardia Civil sí tuvo \“dudas\” sobre su \“colaboración posterior para facilitarle coartada a Adrián\”. Ambos fueron detenidos en el año 2011 pero quedaron en libertad y no llegaron a ser acusados. n

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