Neófitos al poder

al como están las cosas hay que replantear las normas de exigencia a los políticos para el acceso a cargos públicos sin tener méritos para ello.

Antes deben demostrar su capacidad no siendo lo suficiente haber llegado a la cúpula de su partido. Es imprescindible para una mejor calidad democrática y del interés general. Actualmente se puede llegar a lo más alto sin haber demostrado nada en su vida laboral, y sin demasiado crédito, o nada en los movimientos sociales, que tampoco quiere decir que esto sirva para administrar instituciones que manejan miles de millones de impuestos y personas que deben ser bien controlados y bien administrados para dar buenos servicios, compitiendo con más eficacia, si cabe, porque de la empresa privada si no te sirve se puede cambiar, de la pública no, ejercen en exclusiva.

Lo que quiero decir con esto es que, después de 40 años de democracia, no la hemos mejorado en nada. Más bien al contrario, porque se fueron recortando derechos y proliferando miles de leyes que no hay quien las aplique porque nuestro sistema judicial va de mal en peor, tanto por la tardanza como por peleas político-jurídico de los políticos que se dedican a vetos que nos perjudican a todos por no ponerse de acuerdo en lo esencial, como la renovación de los principales órganos judiciales; el Supremo , el poder judicial caducado hace más de dos años incumpliendo el mandato constitucional. La educación, la sanidad y la reforma laboral y de las pensiones. Esto quiere decir que los aspirantes a gobernar nuestras vidas, deben ser los mejores y no los peores, lo que nos lleva a la insuficiencia de servicios que nos afecta negativamente a nuestro cuerpo y mente al comprobar el mal ejemplo que están dando en la lucha grosera por el poder, muy legítima pero sin ofender a nuestra inteligencia. En política democrática no puede valer todo, los políticos no deben destruir al contrario para sólo ganar ellos.

Por eso digo que todo aquel político que aspire a dirigir las instituciones públicas, antes tienen que aprobar las asignaturas de formación cívica y ética, siendo conscientes de las consecuencias de sus decisiones que van afectar para bien o para mal al pueblo soberano que representan. Además hay que cambiar la ley electoral que obligue al político a ser más cercano a su electorado cuyos cargos de diputados ni siquiera los conocen la mayor parte de sus compañeros de partido y menos los votantes. No nos pueden tratar como borregos, porque cobran para defender nuestros intereses y se supone que deben manipularnos para bien, no para mal en beneficio personal como viene ocurriendo. Además necesitamos más transparencia y mano dura con los corruptos, que no es lo mismo que cometer errores que se den en toma de decisiones.

Hay países bien gobernados porque los políticos dan ejemplo cívico que contagia a la ciudadanía. Aquí se forman gobiernos en muchos casos sin ni siquiera haber pasado antes de concejales en su pueblo llegando a altos cargos tocados por compañeros de pupitre, o apoyados por algún grupo económico.


Neófitos al poder

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