l diálogo es siempre la mejor herramienta para solucionar problemas. Cuando las relaciones humanas se dejan a un lado y se imponen las diferencias políticas la posibilidad de alcanzar pactos se aleja, aunque puedan beneficiar a todas las partes. Cuando se llega a este punto en el que solo la cortesía institucional evita el desaire entre administraciones se corre el riesgo de llegar a la confrontación y al no retorno.
El Concello de Vilagarcía y la Autoridad Portuaria están obligadas a entenderse porque de ello depende el futuro inmediato y el desarrollo de la capital arousana.
El alcalde, Alberto Varela, se ha caracterizado por su buen talante desde que se sentó en el sillón de Ravella sin que ello suponga ser pusilánime a la hora de gestionar los recursos e intereses de sus conciudadanos. Hasta ahora quizá no se interpretó de forma adecuada el mensaje que se le lanzaba desde Ravella para avenirse a afianzar el necesario y casi obligado pacto de ciudad entre la Autoridad Portuaria y el Concello para desencallar cuestiones estratégicas para el crecimiento de Vilagarcía como el uso de O Ramal o la ubicación del nuevo centro de salud en las dependencias de la antigua Comandancia.
Cuando el acuerdo parecía imposible en lo que parecía una estrategia de confrontación sistemática entre ambos, llegó un relevo en el Puerto y su nuevo inquilino, José Manuel Cores Tourís, quizá por su talante municipalista, comenzó a tejer un hilo de entendimiento con el Ayuntamiento que ha comenzado a dar sus frutos en pocos meses.
La primera reunión distó de ser un mero formalismo porque ambos dirigentes se conocían de sobra y fue ahí donde comenzaron a trabajar en la Vilagarcía que viene. El Puerto tiene mucho que decir en esta cuestión y la primera palabra de las muchas que pronunciará en el futuro ha sido permitir el ambulatorio en la Comandancia. La siguiente será el anuncio de lo que se hará con la superficie de O Ramal y luego vendrán más. La política, por lo que se ve, tamnién es cuestión de afinidad.