Cuarenta años de las primeras elecciones al Parlamento: diputados sin despacho y cenicero en el escaño

Cuarenta años de las primeras elecciones al Parlamento: diputados sin despacho y cenicero en el escaño
Vista general del parlamento durante el último debate de política general | aec

Con lemas como el ya mítico “Galego coma ti” de Alianza Popular o el “Fai Galicia Viva” del PSdeG-PSOE acudían a votar los gallegos hace ahora 40 años en las primeras elecciones al Parlamento, que se celebraban casi ocho meses después del 23-F y a punto de cumplirse un año del plebiscito en el que fue aprobado el Estatuto de Autonomía de Galicia.


El temor a la abstención, que había alcanzado casi el 74% en el referéndum estatutario, copaba el ambiente de aquella cita con las urnas. La participación superó las expectativas, aunque solo el 47,3% de los llamados a votar acudieron a los colegios aquel 20 de octubre de 1981 en el que los muertos por la intoxicación del aceite de colza empezaban a contarse por centenas en España, Celta y Deportivo eran “de segunda” y el acordeón de María Jesús hacía bailar a España con sus “pajaritos”.


Las gallegas, que coincidieron con el referendo andaluz sobre su estatuto y se produjeron en vísperas del arranque del último Congreso Federal del PSOE antes de la llegada de Felipe González a Moncloa, depararon una sorpresa, la debacle de una UCD en declive, y un arco parlamentario con siete formaciones y solo tres escaños ocupados por mujeres.


Con Manuel Fraga como candidato en la sombra, la Alianza Popular de Gerardo Fernández Albor se convirtió en la fuerza más votada imponiéndose con 26 diputados a los 24 logrados por la UCD de José Quiroga.


Constituido el 19 de diciembre, casi un mes antes de la investidura de Fernández Albor el 21 de enero, el primer hemiciclo gallego tuvo su sede provisional en el Pazo de Xelmírez, que cedió temporalmente el Arzobispado de Santiago. “Todos teníamos que convivir mucho. Los diputados no teníamos despacho y pasábamos mucho tiempo por el claustro”, recuerda el socialista Antolín Sánchez Presedo.


Se refiere al claustro del Pazo de Fonseca, pues seis meses después de su constitución en Xelmírez, el Parlamento se trasladó, de forma provisional y gracias a la cesión de la Universidad.


Menos de la mitad del censo votó para constituir un hemiciclo que se instaló en Fonseca de modo provisional


En Fonseca estuvo instalado el Legislativo gallego entre junio de 1982 y febrero de 1989, cuando llegó a su actual sede en el Pazo do Hórreo, que este miércoles 20 celebra unas jornadas conmemorativas con la presencia de, entre otros, el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy, parlamentario en esa primera legislatura por AP.


Era un Parlamento, el presidido por Antonio Rosón, mayoritariamente masculino y compuesto por 71 diputados: 68 hombres y solo tres mujeres, Carmen Lovelle (Alianza Popular), Emma González (UCD) y Flora Veiga (UCD).


El que fuera líder de Esquerda Galega, Camilo Nogueira, reivindica el esfuerzo hecho para sacar adelante el Estatuto gallego, y también el impulso para el reconocimiento de la lengua propia, algo de lo que también se acuerda Presedo, por la intervención de Ramón Piñeiro en relación con la ley de normalización lingüística.


Otra imagen del nuevo Parlamento en comparación con el de hace 40 años es la que configuran las nuevas tecnologías. “Entonces no había móviles ni ordenadores.


Había una sala de teléfonos y estaban colocados todos en hilera, con lo cual escuchabas todas las conversaciones”, rememora Antolín Sánchez Presedo, que por entonces no tenía ni 30 años. También se fumaba y todos los escaños contaban con su cenicero. Era, en resumen, “otra época”.


Un momento marcado por los inicios de la autonomía y la necesidad de “mucho diálogo”, algo que cambió con la primera mayoría absoluta de Manuel Fraga. Quien fue presidente del Parlamento entre 1997 y 2005, José María García Leira, también de Vilalba (Lugo), cuenta que entonces “las cosas cambiaron bastante” .


Defiende la modificación del reglamento, “muy criticada por la oposición” de aquella, pero que, asegura, “no tuvo las consecuencias” que auguraban y “prueba de ello es que sigue en vigor”.


Producto de aquella reforma fueron “anécdotas” como el zapatazo de Xosé Manuel Beiras en 1993, muy crítico con el aumento del 3 al 5% de los votos el listón para entrar en el Parlamento. 

Cuarenta años de las primeras elecciones al Parlamento: diputados sin despacho y cenicero en el escaño

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