El apagón que puso a prueba a los arousanos

El apagón que puso a prueba a los arousanos

El primer sentimiento fue de fastidio. Vaya, se fue la luz. Un vistazo a la caja de los plomos y todo normal, pero la bombilla seguía sin responder al interruptor. La curiosidad que mató al gato motiva a echar un ojo al edificio. Y tampoco. Las luces de las escaleras no se encienden. Momentos de desconcierto y de interrogantes. Qué pasaría. Los mensajes al teléfono móvil delatan que se trata de un apagón general. Bueno, a ver si lo arreglan pronto, la vida sin electricidad es un sinvivir. Las noticias no son halagüeñas. Nos enteramos que afecta a toda España y Portugal. Se acerca la hora de comer y en los hogares, donde la vitrocerámica es mayoría, ya se van dando cuenta de que no se cocina. En tromba a los supermercados. El bocadillo fue el menú principal de buena parte de los arousanos que se afanaban en busca de transistores, toda vez que los teléfonos móviles perdían señal para mutar en meras linternas. Trece horas así. Merecemos una explicación seria y detallada todavía no dada.

El apagón que puso a prueba a los arousanos

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