“Cuánto sufrimos...” le decía Arsenio Iglesias a Martín Lasarte después de la salvación agónica del Depor en la 91-92. Fue una de esas frases que el deportivismo, y A Coruña en general, se ‘tatuó’ para hacer frente a los malos tiempos futbolísticos, apelando a la sabiduría de aquel que los guio hacia el Olimpo futbolístico. Con esa premisa del sufrimiento por bandera, es normal que A Coruña se abrace ahora a la celebración. Hasta tal punto que hasta los distribuidores de cerveza están anodadados: ni en las noches de Champions se vendió tanta. Había tantas ganas de una alegría, por pequeña que fuera, que en las celebraciones, en tres puntos y días diferentes, se ha juntado, literalmente, más de la mitad de la ciudad.