Podemos ha empezado el año con un dolor de cabeza provocado por la reforma laboral de Yolanda Díaz. Aunque en público no les ha quedado más remedio que apoyarla, por aquello del respeto al líder –y futura candidata a la Presidencia–, en privado, al parecer, el acuerdo les sabe a cuerno quemado. Porque está más cerca de las posiciones del PSOE que de las suyas y porque no termina de satisfacer las expectativas de los sindicatos. Y eso, a los herederos del espíritu de Pablo Iglesias les duele. Y, a juzgar por su silencio, con lo mucho que le gusta opinar sobre cualquier cosa, se ve que a él también. Por no hablar del temor a que se rompa la relación con los partidos independentistas que llegaron a la esfera del Gobierno de la mano de los podemitas. Sin ellos, los socialistas podrían volver a mirar hacia Ciudadanos y en la formación morada podría haber una epidemia de urticaria.