Solteros, casados, gordos y flacos

Solteros, casados, gordos y flacos
Irene Montero | aec

No hace muchos años era habitual en las fiestas patronales, cuando eran más rudimentarias, que entre la programación se incluyese algún partido de fútbol, que bien enfrentaba por un trofeo donado por un establecimiento a equipos de aficionados que competían en ligas piratas o se tiraba de censo del pueblo y se enfrentaban solteros contra casados o gordos contra flacos, reforzados en sus plantillas por algún comprometido ya o por un descuidado de la dieta. Más allá de las carreras agobiantes tras el balón, nadie renegaba de su estado y se lucía barriga o cuerpo forjado. Ahora sería imposible.

Solteros, casados, gordos y flacos

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