La polémica zona residencial se introdujo en A Illa a bombo y platillo. En Vilanova se llevó de forma quizás más discreta. Pero los visitantes y turistas que llegan a ambas localidades estos días descubren nuevas limitaciones a los dos lados del puente, tanto de tráfico como de aparcamiento. La premisa es similar, la de aliviar las incomodidades de los residentes habituales. Habrá que hacer balance después del verano.