La zamburiña negra de Ferrol no es una zamburiña cualquiera. No es una vieira, ni una volandeira. No se come de cualquier modo. Se cocina a la ferrolana. Con patatas fritas. Con su pochado de pimientos rojos y verdes, su cebolla, su chorrito de vino... La zamburiña negra de Ferrol es rugosa y solo tiene una “oreja”. Y su receta tiene dueño: Pedro Manso. Por eso no entrar en uno de los quince restaurantes que van a exaltar el producto y no invertir diez euros en el placer de saborearlas debería estar perseguido por la ley. Con la venia de monseñor García Candiñanos, debería ser pecado. Caigamos en la tentación.