Los peores presagios de los comerciantes del tramo peatonal de la Rúa de Galicia, en pleno casco urbano ribeirense, sobre el riesgo que suponía la puesta en libertad de un conocido y reincidente delincuente se cumplieron. Señalan que los casi tres meses que ese individuo pasó en prisión preventiva, por decisión de una jueza de mediados de marzo al tener en cuenta su reiteración delictiva, sumado a que también corrieron igual suerte otros delincuentes habituales, habían supuesto el regreso de cierta tranquilidad a la ciudad, pero con él en la calle los temores se han disparado.
Después de sorprenderlo a última hora de la tarde del pasado miércoles intentando engañar a los empleados de un negocio para sustraer mercancía, todas las miradas apuntan hacia su autoría en el robo registrado en la madrugada de ayer en el restaurante Penín, situado en la céntrica Praza de Vigo de la capital barbanzana. Al parecer, según indicó un testigo de los hechos, fueron dos individuos los que en torno a las cinco y media de esa noche perpetraron el robo, para lo que rompieron el cristal reforzado de la puerta principal de ese establecimiento con un objeto contundente. Uno de ellos accedió al interior, mientras el otro aguardaba fuera para controlar que nadie pudiera frustrar sus intenciones.
Según indicaron algunas fuentes, al poco rato de entrar al restaurante y abrir cajones y revolver en la parte situada por dentro de la barra, saltó la alarma al detectar su presencia, por lo que el tiempo que tenía para actuar se vio sensiblemente reducido, pues una patrulla de la Policía Nacional iba de camino hacia allí, además del propietario del local. Ese ladrón echó mano de unos 15 euros en monedas de escaso valor, desde 1 a 20 céntimos, que había en la caja registradora, y fueron bastantes las que le cayeron en su rápida huida. A falta de completarse el inventario, no se echó nada más en falta.
Mientras eso sucedía, un viandante sorprendió al ladrón que vigilaba en la calle e incluso se encaró con él para recriminarle lo que estaban haciendo. Fue entonces cuando los dos cacos emprendieron la huida, que fue presenciada por un vecino, al que les llamó la atención verlos marchase con un capacho. Cuando llegaron los agentes de la comisaría ya no había rastro de los cacos. El dueño del negocio fue a presentar la denuncia y la unidad científica acudió a recoger indicios y pruebas del lugar de los hechos. Además de recomendar el visionado de las cámaras de vigilancia del restaurante, desde la comisaría señalaron que sería importante identificar y localizar a la persona que se encaró con uno de los ladrones, pues el delito que se les impute podría cambiar su calificación de robo con fuerza a robo con violencia e intimidación.