Hay ocasiones en las que no hace falta una experiencia de simulación ultradetallada e hiperrealista para rendir homenaje a algo. Todo lo contrario. Con una propuesta arcade, una historia sin demasiadas florituras y una apuesta visual cuidada se puede conseguir tal efecto.
Es lo que hace Wheel World con el mundo del ciclismo en prácticamente todas sus vertientes. De una manera ligeramente diferente a lo que buscaban Art of Rally y Old School Rally con las cuatro ruedas, la apuesta de Messhof Games es un homenaje a las dos ruedas, a medio camino entre la experiencia contemplativa y la adrenalina de las carreras, sin necesidad de generar desafíos excesivamente exigentes.
Nuestra protagonista, Kat, se despierta en un entorno idílico donde se encuentra una bici y un personaje, Skull, que le proponen una misión: un viaje a un lugar legendario al cual no se puede acceder sin la bicicleta especial de Skull.
Para recuperarla, habrá que vencer a cuatro experimentados corredores que nos darán las piezas de dicha bicicleta, pero, para poder siquiera retarlos deberemos obtener la moneda más preciada del mundo de Wheel World: la reputación, o Rep. Esta la conseguiremos ganando carreras a grupos de corredores dispersos por el mundo, los cuales van rindiendo homenaje a la infinidad de tipos de ciclistas que habitan el mundo real: los de pista, los de enduro, los ciclistas profesionales, las pequeñas bandas de barrio, los que creen que tienen motos en vez de bicis…
En cada una de estas carreras deberemos cumplir entre uno y cuatro objetivos para conseguir más o menos Rep: quedar entre los tres primeros, ganar, batir un tiempo determinado y conseguir las letras K, A y T dispersas por el circuito a completar.
Cada una de estas carreras las deberemos ir buscando por el mundo abierto que nos propone Messhof Games. Para encontrarlas, tendremos primero que ir alcanzando los llamados Santuarios del Timbre, una suerte de atalayas que desbloquearán partes del mapa, nos introducirán a compañeros de Skull y, lo más importante, mejorarán una de las habilidades que nuestro compañero de viaje nos regalará y que será vital para las carreras: el impulso, o lo que es lo mismo, un acelerón limitado que podremos ir rellenando al ir a rebufo de otros ciclistas o llevando a cabo maniobras peligrosas como saltos o esquivar coches.
Wheel World basa su jugabilidad en un sistema de carreras arcade que no exige demasiado al jugador, sobre todo en la primera parte del juego.
En el tramo final del puñado de horas que nos ofrece, las carreras ganarán un plus de interés con circuitos un poco más enrevesados y más obstáculos a lo largo de un recorrido que juega más con los saltos y las secciones angostas.
Pero no todo es correr. El título de Messhof Games nos plantea también recorrer el curioso y cuidado mundo de Wheel World, diseñado a modo de dibujos animados. Y para ello salpicará el mapa con personajes secundarios y secretos que debemos ir encontrando.
Entre ellos, piezas para mejorar nuestra bicicleta. Podremos cambiar las ruedas, el manillar, el sillín, la horquilla, los pedales… un sistema que de entrada parece un gran fuerte del título editado por Annapurna, pero que se diluye en cuanto encuentras las piezas óptimas para tu forma de correr, convirtiéndolo en un mero acto de completar el 100%.