Entrenador de club, de perfil bajo, con mucha capacidad de trabajo e inquietud permanente por aprender. Son algunas de las características que definen a David López Carballo (Romai, 46 años), el nuevo entrenador del Arosa. El séptimo en los quince años de mandato de Manolo Abalo.
El mote
Militar de profesión, afincado en Pontevedra y padre de dos hijos de 8 y 3 años, a David López la pasión por el fútbol le brindó el apodo por el que se le conoce en el mundillo, donde es respetado y querido por su calidad humana. “Perú juega, gana y se divierte” es una frase que evoca el entusiasmo que sienten los peruanos hacia su selección. Y que David utilizaba frecuentemente en su adolescencia en pachangas y partidos. Así se fraguó su mote, mientras actuaba de mediocentro en el Romai y el Caldas. Dos equipos que marcaron una larga etapa en su vida.
La infuencia de Canay en Caldas
En el club de Portas acabó ejerciendo de jugador-entrenador, aunque fue en As Corticeiras y gracias al técnico por aquel entonces del primer equipo, Canay, donde le picó definitivamente el gusanillo para dedicarse a los banquillos. “Empecé echándole una mano, llevaba algún equipo de base y fui sacando los títulos de entrenador”, recuerda. En el Caldas ya ejerció de hombre de club. Era el coordinador de la cantera cuando la directiva le pidió que tomase las riendas del primer equipo en Primera Autonómica. Estuvo más de tres años.
La doctrina militar y el liderazgo
“Me hice militar como salida profesional, había esa captación y entré. Me enganchó desde el principio”. De la brigada de zapadores paracaidistas se pasó a la especialidad técnica que se encarga de la reparación del chasis y carrocería de los vehículos del ejército. “Por comodidad y cercanía fui cambiando para poder disfrutar del fútbol y estar cerca de casa”. Si bien, reconoce que no aplica la doctrina militar al fútbol. “No soy dictatorial en cuanto a modelo de entrenador. Me gusta que me reconozcan como líder pero intento adaptarme al grupo”.
Aprender, mejorar y disfrutar antes que medrar
Perú no ha tenido una ambición desmedida por medrar. Rechazó ofertas de Preferente los últimos años para continuar en el Arosa juvenil, donde siempre se sintió “cómodo”. Su mentalidad, abierta, es la de no dejar de aprender. Fue eso lo que le llevó a colaborar con David Sierra en el Ribadumia en Tercera División hace años. “Intento siempre sacar cosas de compañeros para poder llevarlas al contexto donde quiero exponerlas”. Su labor al frente del Arosa juvenil las últimas cuatro temporadas es su mejor carta de presentación para guiar ahora al primer equipo. “No me gusta definirme. Diría que busco trabajar para darle lo mejor a los jugadores, y trato de ser cercano y conciliador con los grupos. Posiblemente sean las cosas buenas que dicen de mi”.
Ascender, una gran ilusión
Siempre al servicio del club, el lunes recibió la noticia que le confirmaba como técnico arlequinado hasta el final de temporada con sensaciones encontradas. “Siempre ilusiona una situación así. Llevo trabajando en esta casa mucho tiempo y siempre tienes esa gran ilusión de conseguir el ascenso en el club. También reconozco que dejar a los juveniles me da cierta pena. Les tengo cariño. Disfruté y aprendí con ellos, con los que están y estuvieron. Y les estoy agradecido”.
Cambiar el estado de ánimo de los jugadores
Perú no llega al sénior en modo rupturista. “No se trata de hacer borrón y cuenta nueva. Hubo un trabajo anterior de dos profesionales que fue bueno, pero los resultados en el fútbol tienen estas cosas. Hay que aprovechar lo que hizo esta gente que fue excepcional. El problema que todos intuyen es que los jugadores están bloqueados o que las cosas no salen. Intentaremos que el estado de ánimo cambie, llegar a ellos e intentar que los resultados ayuden. La plantilla es de muy buen nivel. Hay que intentar que saquen lo mejor de cada uno”.