"Me considero medio vilagarciano, me encanta esto y por eso vivimos aquí". José Riveiro (Vigo, 15/09/1977) es el hombre tranquilo. Una persona hecha a sí misma que hace más de una década decidió hacer las maletas para marcharse a una aventura a Finlandia como ayudante de un banquillo. La andanza se prolongó durante ocho años, cargados de éxitos, y el Big Data le llevó 14.000 kilómetros al sur del planeta para hacer historia en Johannesburgo (Sudáfrica) con el Orlando Pirates. Fue la carta de presentación que le abrió la puerta del club más laureado del fútbol africano, el Al-Ahly egipcio, con el que mañana se estrena en partido oficial nada menos que en el Mundial de Clubes y ante el Inter de Miami de Leo Messi.
Semanas antes de ser presentado oficialmente en El Cairo y emprender el reto mundialista, Riveiro disfrutó de unos días de descanso junto a su mujer y a su hija en la capital arousana, de donde son sus hermanos Verónica, Óscar y Álvaro. En Vilagarcía cargó pilas, recreándose con la tranquilidad y el anonimato que no tuvo los últimos tres años en Soweto, donde es un auténtico ídolo. Cercano, humilde y sincero. Así sigue siendo José Riveiro que, café por medio, charló durante una hora del increíble camino que le ha llevado al éxito, fuera del radar de las principales ligas europeas.
Empecemos por el principio de todo. Le recuerdo como portero en el San Martín de Vilaxoán. ¿Por que empezó en el fútbol?
Empecé con siete años, siempre de portero y no muy bueno. Pero me las arreglé para jugar algunos partidos en Tercera División con 18 años en el Gran Peña. Después me vine a Vilagarcía a vivir con mi padre e hice la pretemporada con el Arosa. Fue cuando me cedieron al San Martín, pero no jugaba nada, me aburrí, no acabé la temporada y colgué las botas. Tenía 20 años y ya estaba sacando los cursos de entrenador.
¿De donde nace esa inquietud?
Como todo niño tenía la ilusión de poder jugar a un nivel decente, pero al final te das cuenta de que no tienes ese nivel. Con 15 años ya hacía informes de rivales para mi entrenador en cadetes del Gran Peña. Si me quedaba en el banquillo, pues tomaba notas de la primera parte y se las pasaba en el descanso. Nos íbamos a Oporto a ver partidos de Champions y Europa League. Él, Eduardo Pérez Lago, era un loco del fútbol y se encontró con otro loco. Mi padre también fue muy importante para que me hiciera entrenador. Me animó y me empujó. Algo vio en mí en aquel momento. Hice los cursos en Pontevedra yendo desde Vilagarcía. Yo era un crío e iba con otros entrenadores, como Juan Laxes, un tipo fenomenal.
¿Dónde empieza a entrenar?
Pues volví a Vigo y empecé en el Teis, el equipo de mi barrio. Tenía 21 años y era Tercera Regional. Después pasé al Rápido de Bouzas, en los cadetes y juveniles de División de Honor como ayudante de Josiño Abalde. Fueron años en los que tuve otras ocupaciones laborales y paré. Pero volví. Después de entrenar cuatro o cinco años tomé la decisión de dedicarme de forma exclusiva.
¿Y cómo se hace eso?
No es fácil. Tenía que dirigir muchos equipos a la vez. Estaba en el Mondariz y lo compaginaba con la cantera del Celta. Cuando estaba en el juvenil B firmé un contrato profesional, pero a unas semanas de iniciar la temporada surgió la oportunidad de irme a Finlandia. Me lo pensé mucho y al final decidí irme. Fue en agosto de 2014.
¿Como surgió aquello del FC Honka?
Fue a través de Pablo Couñago. Yo tenía amistad con los hermanos Montes, que son de Redondela, al igual que Pablo, Caloi y Yeray. Los tres se fueron a jugar a Finlandia y una vez allí surgió la necesidad de un ayudante para el entrenador Shefki Kuqi, que había sido compañero de Couñago en el Ipswich Town. Fue cuando pensaron en mí.
¿Por qué?
Tenía muy buena relación con el núcleo de Redondela. Todos los jueves, después de entrenar a nuestros respectivos equipos de Preferente o Primera Regional, nos juntábamos en la cafetería Tálamo, en Redondela, para hablar de fútbol y alimentar la pasión que compartíamos. Normalmente nos echaba el dueño a las 4 de la madrugada porque podíamos estar horas y horas charlando.
¿Cómo le fue en Finlandia?
Desde el principio me di cuenta que había tomado una decisión correcta, a pesar de que las cosas allí fueron complicadas. Conseguimos salvar al Honka y al año siguiente cogimos al Pallokerho-35 y los ascendimos a Primera División. Después las cosas se torcieron y dejé el equipo. Pero me llamaron varios, entre ellos el HJK Helsinki, donde estuve dos años y medio con el mismo rol de ayudante del entrenador. Fueron temporadas muy buenas, con títulos.
Y pasa a ser primer entrenador.
Sí. En enero de 2019 me fichó el FC Inter Turku, también de la máxima división. Conseguí formar un staf español e hicimos tres años muy buenos en todos los sentidos.
Fue subcampeón de liga y le nombaron mejor entrenador del año tanto la Federación como la prensa. ¿Por qué decidió cambiar?
Quería buscar algo diferente. Llevaba siete años y medio en la misma liga y quería algo un poquito más exigente. Estuve siete meses sin entrenar. Los dediqué a estar con mi mujer Irene y mi hija Elsa, que nació en 2019 en Finlandia. En mayo de 2022, cuando estaba a punto de firmar en la India, me llegó lo de Orlando Pirates de Sudáfrica.
¿A través de su representante?
No, no tengo agente. Pirates me llama a través de una empresa de análisis de datos que está en Londres, Analytics FC. Se hizo famosa porque la utilizó Kevin de Bryune para negociar su última renovación con el Manchester City. Se dedica al análisis de datos y estadísticas y fue la consultoría con la que contactó Orlando Pirates buscando un entrenador de determinado perfil, con ciertos parámetros, resultados y potencial. El club recibió un informe de doscientas páginas donde estaba absolutamente todo de mi trayectoria en Inter Turku y me llamaron. Tuve bastantes entrevistas con ellos y me ofrecieron un contrato de tres temporadas.
Aprovechó muy bien el tiempo. Cinco títulos, semifinales de la Champions de África...
Sí, prácticamente hemos roto todos los récords del club en su historia. El único problema es que teníamos que pelear con Sundowns, un equipo de otro mundo que estaba llevando la liga de 18 equipos por encima de los 70 puntos cada año.
Hábleme del cambio radical de Finlandia a Sudáfrica.
No sabría ni por donde empezar. A nivel personal pasé de vivir en Helsinki, una de las ciudades más seguras del mundo, a Johannesburgo, una de las más peligrosas en las que me he pasado tres años viajando con escolta permanentemente. Ha sido más difícil conciliar el trabajo y la vida familiar, pero el club ha tomado todas las medidas y me ha tratado con mucho cariño. Me he encontrado un fútbol de muchísima calidad y talento. Y una liga muy bien estructurada, vendida y con una repercusión mediática brutal. Y he tenido un espacio seguro y de confianza para desarrollar un proyecto de tres años por parte del club y los jugadores. Personas que merecen mucho la pena. Pero en esta última temporada llegué a los últimos meses bastante agotado, por eso en diciembre ya comuniqué al club que no renovaría el contrato.
¿Cuando surge el interés del Al-Ahly?
En marzo llegan los primeros contactos. Pero ambos equipos estábamos en semifinales de Champions y opté por aplazar las conversaciones. A mediados de abril fue cuando se aceleró todo porque ambos caíamos eliminados. Dejé Pirates a falta de cuatro partidos porque así me lo exigieron para poder irme al Cairo a planificar todo de cara al Mundial de Clubes.
Hábleme del nivel del fútbol finlandés y del sudafricano.
La liga finlandesa es bastante desigual. Hay tres equipos que están por encima del resto por los jugadores, pero a nivel de entrenadores no es una mala liga. La mayoría de los equipos están bien trabajados. En Sudáfrica es al revés. Hay muchísimo nivel en los futbolistas, sorprendentemente alto, pero falla a nivel táctico. Son partidos muy abiertos, de correcalles, cuando se rompen ya no se pueden controlar. Curiosamente hay muchas oportunidades, pero pocos goles. De todas formas son muchos los jugadores determinantes por su calidad individual.
¿A nivel físico también marcan diferencia?
Son resistentes, es difícil que se lesionen. Pero el jugador sudafricano no tiene nada que ver con el nigeriano, por poner un ejemplo. Piensa que hay diferentes tribus y morfológicamente ya lo notas. No tiene el mismo cuerpo un zulú, que se crió en una granja y es fuerte y corpulento, que uno que se crió en Soweto, que es más delgado.
¿Por qué no vemos muchos jugadores sudafricanos en Europa?
Porque están muy cómodos allí. Cobran muy bien, con lo que sostienen a sus familias numerosas, y tienen mucho reconocimiento. El Celta, por poner un ejemplo, no puede pagarles lo que cobran allí. Estamos hablando de millón y medio o dos millones de euros al año. Nosotros hicimos debutar a jugadores jóvenes, alguno ya es titular en la selección. Estamos hablando de jugadores que me traería a España a cualquier equipo.
¿Por qué cree que le fue tan bien en Orlando Pirates?
Creo que obedece al tipo de liderazgo, a la manera de gestionar el grupo. A la capacidad que tuve o tuvimos todos en el staff de adaptarnos a ellos y no al revés. Muchas veces el entrenador europeo cuando va fuera quiere imponer su visión eurocéntrica de que sabemos más que ellos. Nosotros decidimos todo lo contrario. Respetamos mucho su cultura, su forma de entender el fútbol y el tipo de juego que le gusta a la gente allí. No es un fútbol de amasar balón, ellos tienen velocidad y son verticales. En seis meses conseguimos empezar a meter muchísima gente en el estadio. La gente estaba muy desencantada en los últimos años. No les gustaba el fútbol que estaba haciendo el equipo, no estaban ganando nada. Y creo que eso fue clave.
¿Se ganaron el vestuario?
Lo que ocurrió es que el futbolista se identificó muchísimo con la idea de juego y tratamos de escucharlos y ser empáticos, sin juzgarlos. Cometen errores porque no tienen la capacidad de tomar mejores decisiones muchas veces. Y ya hablo de sus vidas. Un entrenador tiene que tener eso en cuenta. A través de eso conseguimos solucionar muchísimos problemas que había a nivel de grupo. En el vestuario conviven personas que proceden de distintas tribus, con culturas y creencias diferentes. Habia dificultades para que confiaran unos en los otros. Vieron que el entrenador se ponía siempre el último en la fila, pasara lo que pasara, que éramos humildes. Estaban acostumbrados a recibir gritos y reprimendas al ir perdiendo al descanso. Nosotros no hicimos eso, controlamos las emociones. Quizá sea una de mis fortalezas, que siempre estoy igual independientemete de los resultados. Y eso el jugador lo agradece mucho. Además nos encontramos un club altamente preparado para poder desarrollar nuestra idea. Nos ayudaron para poder hacerlo.
¿Por qué estilo de juego apostó?
Fuimos un equipo dominador, que buscaba jugar todo por dentro. No fuimos el típico equipo africano que busca llegar por fuera. Hicimos un fútbol combinativo, pero vertical al mismo tiempo. Con mucho riesgo en la fase de iniciación, con la intención de llegar más que el rival. Conseguimos que todo el mundo allí se identificara con la idea. Tuvimos que trabajar mucho para que lo entendieran. Su juego era de asociaciones rápidas, siempre en contacto con balón, pero poco productivas. Los convencimos para que estuviesen quietos, que tuvieran paciencia y así encontrar a ciertos jugadores en ciertos sitios. Cuando lo entendieron y confiaron, todo fue más fácil.
Le despidieron como un ídolo. ¿Cómo llevó la presión de estar en el centro de todas las miradas?
Para mí jugar ante 45.000 personas en un estadio era algo nuevo. Pero me acostumbré rápido. Cuando empieza el partido apago el ruido que hay alrededor. De todas formas lo disfruté mucho. En el 80 % de los partidos, los estadios, que son los del Mundial de 2010, estaban llenos. En el derbi de Soweto hay 96.000 personas (oficialmente) en el campo. Las aficiones están mezcladas, se vacilan pero se respetan. Vinieron mis amigos al último derbi y no se lo podían creer. Por la cantidad de gente, por el ruido y por cómo lo viven. La verdad es que me fui de allí con mucho reconocimiento y agradecimiento.
¿Le gustaría volver algún día para ser seleccionador de Sudáfrica?
Sonó mi nombre para sustituir a Hugo Broos. La verdad es que es algo que valoraría y me gustaría. Sería diferente, pero creo que podría identificarme fácilmente con el proyecto. Conociendo la liga ahora mismo sería bastante fácil para mí poder arrancar. Pero bueno, es algo que todavía está lejos.
Ahora es tiempo de Al-Ahly, el Real Madrid de África. Ha ganado 45 ligas y 12 Champions. Firmó por dos años en un gigante, pero lo hace como un técnico ya contrastado en el continente...
Va a ser muy exigente desde el primer momento, ya con el Mundial. Pero estoy tranquilo. Sé donde me meto. Existe la obligación de rendir ya en el primer partido porque nadie quiere hacer un mal papel en una competición así. Todo el mundo quiere dejar una buena imagen de su fútbol y de su club. Es la primera responsabilidad que tenemos ya muy pronto. Después, a pensar en levantar el trofeo en cada competición, incluyendo la Champions africana, que es súper complicada y compleja.
¿Cómo cree que se adaptará a Egipto?
Es otra cultura, un país musulmán con costumbres diferentes y un idioma diferente. Esta va a ser una de las barreras también a la hora de trabajar con los jugadores. Trataremos de que confíen en nosotros. Será un nuevo reto. En El Cairo viven 25 millones de personas, aunque dicen que realmente son 40 millones las que pasan por ahí a diario. Un caos, pero una ciudad segura en una situación prebélica con Isreael por lo que ocurre en Gaza, lo que limita la afluencia de público en los estadios. En el nuestro van 90.000 normalmente, pero ahora reducen el aforo a un 20%. La idea es que mi mujer y me hija puedan venir a pasar temporadas más largas que en Johannesburgo.
¿Confía en que algún día lo llamen para entrenar en España?
No me vuelvo loco con esa idea. Aquí la competencia es enorme. Es dificilísimo. Somos 35.000 entrenadores UEFA Pro en España, pero si te fijas siempre entrenan los mismos. Y al final son unos cincuenta. Además en muchos casos vemos que en Segunda División duran pocos meses. Y en Primera REFF, igual. Son trituradoras. Yo llevo mucho tiempo fuera, estoy acostumbrado y tengo un cartel. Me contactó hace un par de meses Robert Fernández, que fue director deportivo del Barça, para formar parte de su agencia. Y también una persona de la agencia de Jorge Mendes. Supongo que para entrenar en España tendrá que ser por esta vía, con un agente. Hasta ahora nunca he necesitado uno, pero sé que si quiero entrenar en España o Inglaterra es necesario. Aunque yo creo que sería feliz entrenando en Dinamarca o Bélgica, donde dejen espacio para trabajar.
Hablemos del Mundial. Inter de Miami, Palmeiras y Porto en el grupo. ¿Hay opciones?
El Porto puede parecer el más potente, es muy joven, está muy trabajado y juega muy bien. Creo que es un equipo que va a rendir muy bien en un par de años. El Palmeiras es un buen equipo, lleno de talento y calidad. Y el Inter tiene muy buenos jugadores, no sólo es Messi.
¿Qué plantilla maneja en el Al-Ahly?
La mayoría son jugadores egipcios, internacionales. De buen nivel técnico, pero con margen de mejora en lo táctico. Creo que vamos a competir bien en el Mundial, peleando por acabar entre los dos primeros y pasar la fase de grupos. Ya sería un pequeño éxito. Creo que nos va a servir de experiencia. Primero para el grupo, para entender al entrenador nuevo, y en un contexto en el que estamos representando a un club muy grande y a un país muy orgulloso de su equipo.
¿Le dedica mucho tiempo a su trabajo?
Le dedico todas las horas prácticamente del día. Al final la diferencia entre ligas es lo rápido que va todo y tu ojo tiene que ir tan rápido como el nivel de la liga. Este año cuando empezamos a jugar la fase de grupos de la Champions ya notaba una diferencia notable con los partidos de liga. Todo pasa muy rápido y tienes que reaccionar para ayudar al futbolista.
¿Ha cambiado mucho respecto a sus comienzos en Tercera Regional en el Teis?
La evolución está en entender lo que está pasando lo más rápido posible. A veces lo consigues, a veces no. Lo mismo sucede con el futbolista. Los hay que son muy buenos en Primera RFEF pero cuando los metes en Primera División no hacen lo mismo, sin embargo otros se adaptan porque entienden que hay un segundo menos para todo.
Empezó en el fútbol porque le gustaba en su niñez, pero ahora es su trabajo. ¿Se disfruta igual?
Se disfruta menos. Me gustaría decir que es una fiesta todos los días, pero hay mucha responsabilidad y mucha gente mirándote. Te debes a un staff, te debes a unos jugadores y tienes que liderar. No puedes fallar porque si fallas, el proyecto no va a ir bien. Intento mantenerme al margen de todo, centrarme en lo que creo que hago bien y rodearme de gente muy buena en cosas que no hago tan bien. Es importante delegar. Y tener claro que al final esto es un juego, es un deporte y hay rivales que también quieren ganar y también hacen las cosas bien. De lo de fuera estoy al margen. Intento no ver redes sociales. Creo que uno no puede poner su estado de ánimo en manos de gente que no sabes ni quienes son. Intento mantener siempre la misma actitud, ganando, perdiendo o empatando.
Si firma otro contrato como este del Al-Ahly, quizá ya pueda incluso jubilarse y disfrutar del fútbol de otra manera...
El plan es hacerlo a los 50 años. Tengo 47. Creo que ahora mismo ya podría tener una vida tranquila. Hemos hecho las cosas bien.
¿No echaría de menos la alta competición?
Tengo un millón de cosas pendientes para hacer. Cuando me fui a Finlandia no fue pensando que esto iba a llegar tan lejos.
Pase lo que pase, ¿se quedará en Vilagarcía a vivir?
Sí, mi mujer es de Coruña y elegimos Vilagarcía porque sus abuelos ya tenían un piso aquí. Yo había vivido aquí también y esto nos encanta. Tiene el tamaño correcto, es un sito tranquilo y con mar. Todo está a mano. Vilagarcía tiene algo especial. No sé como describirlo. Me veo en el futuro viviendo aquí y entrenando a un equipo de alevines porque fue la etapa que más disfruté en mi vida, entrenando en el Celta.