ADN cambadés en la batalla internacional contra el tabú de la regla

ADN cambadés en la batalla internacional contra el tabú de la regla
Una de las charlas que el equipo de Cromosomos X mantuvo con niñas de Guarico (República Dominicana) | cedida

La cambadesa Mariña F. Escariz estaba de viaje y le vino la regla, así que fue a un supermercado y la caja de tampones costaba 9 dólares. Aún siendo caro, se lo podía permitir, pero la cifra cortocircuitó en su cabeza porque estaba en Tanzania: “Con los salarios de allí, es algo prohibitivo. Le pregunté al dependiente cómo hacían las niñas y me contestó: cuando la tienen, se quedan en casa”. En ese momento estaba estudiando un máster de cooperación al desarrollo y no dudó en dedicar su trabajo final a la desigualdad de género que provoca la menstruación en muchas partes del mundo. En pleno siglo XXI, sigue siendo un tabú, una vergüenza y un impedimento para el desarrollo educativo y social de muchas adolescentes. Así nacía el germen de la ONG Cromosomos X, que en 2019 arrancó con un equipo especializado –en el que hay más ADN cambadés– y bajo un lema rotundo: “Queremos que las niñas vayan a clase todos los días del mes”.

En España realizan talleres para la normalización de la menstruación y sobre primera sexualidad al detectar un “consumo precoz de pornografía” entre los adolescentes y daniño, hay que “decirles que la vida real no es eso”, explica la cambadesa. Es una parte importante de su labor, pero sobre todo les ayuda a financiar sus proyectos en lugares donde la situación es nefasta. “Sigue siendo tabú en países como el nuestro. Mancharte el pantalón es la máxima vergüenza y esconder el tampón bajo la manga es algo muy común. Pero es que hay países en vías de desarrollo donde sigue habiendo un problema estructural como que las niñas no tienen acceso a productos de higiene”.



República Dominicana y Ecuador


Su filosofía llegó a oídos de la Fundación Trópico que trabaja en Guarico (República Dominicana) y estaba detectaba absentismo escolar en menores menstruantes, así que en abril de 2021 empezaron a colaborar en el primer proyecto internacional de la asociación, que ya tiene contactos para el siguiente, en Ecuador. “Resulta increíble que aún sucedan estas cosas”, inquirimos. “Pues sí, y estamos hablando de un barrio al que llegas en metro desde la capital. Esto demuestra que no solo afecta a los países más pobres”, replica la activista.



“Pensó que se iba a morir”


La intervención de Cromosomos X es integral: “Queremos un cambio estructural, no irnos de allí y que nada haya cambiado”. Trabaja junto a organizaciones presentes en la zona y consiste en formar a personas de la comunidad y al profesorado, pero también charlar con los padres para que “sean un refuerzo” y que la naturalización y significación de la regla se extiendan. Antes de llegar a este punto realizan un análisis de estado y escuchan a las niñas, y en el caso de Guarico había “auténticos dramas”. Según Escariz, una menor relató que la primera vez “pensó que se iba a morir” y otra “no dijo nada y pasaba las horas de clase en la lomba–el campo–. Luego regresaba a casa y lavaba la ropa a escondidas”. Ahora el proyecto está en “stand by” por el covid y otros problemas en el colegio, pero aún así han podido ver avances. Una vez terminada aquella charla, preguntaron a las menores si querían hablar ante la cámara sobre “algo de lo que nunca nadie les habló y ya decían: Nada, la regla es algo normal. Fue bonito”, cuenta la cambadesa.

La segunda parte es darles acceso a productos de higiene que les permitan seguir con su vida en todos los ámbitos y que sean seguros, pues no es extraño el uso de trapos, esponjas... Que ponen en riesgo su salud.



Un pestillo en el baño


En Cromosomos X les dan a elegir entre la copa menstrual y unas compresas de tela elaboradas por mujeres de su propio entorno, aunque la oenegé prefiere la primera opción por varias cuestiones: “Por sostenibilidad y salubridad frente al impacto medioambiental de los productos tradicionales, además se deben tener en cuenta los problemas de recogidas de residuos. Pero además tienen una vida útil de 10 años y ayudan al autoconocimiento de su propia menstruación, a que aprendan que no huele mal, que es algo natural y a que puedan empoderarse gestionando su propia sangre”.

Luego está el problema de las infraestructuras y ahí es donde buscan una seria implicación del propio colegio. Desde poner a disposición de las niñas bidones de agua para lavarse las manos hasta colocar unos pestillos en las puertas del baño; algo que parecen una nimiedad pero libera las manos para poder cambiarse una simple compresa.

Escariz está convencida de que estos problemas tienen su origen en la construcción patriarcal de la sociedad: “Como solo afecta a las mujeres, estos problemas no se tienen en cuenta. Si fuera cosa de hombres, no sería tabú”. Y además de esas realidades reveladoras aporta un dato: “El primer informe que incluye la higiene menstrual como derecho humano es de 2016”.

Explica, agradecida, que varias marcas de copas les han hecho donaciones y han recibido apoyos de Nuren Qi Pads, A Ventá dos Soños, Yoga Cambados, la Fundación Manolo Paz y la bodega Paco & Lola, pero necesitan más. En www.cromosomosx.org cuentan cómo ayudarles. 

ADN cambadés en la batalla internacional contra el tabú de la regla

Te puede interesar