Gonzalo Durán Hermida celebra estos días su treinta aniversario como alcalde de Vilanova de Arousa. Lo hace pletórico echando por tierra el mantra de que la responsabilidad de decidir desgasta física y emocionalmente. Se le ve más saludable que nunca y por ello anuncia que, si su partido lo quiere así, un eufemismo ya me entienden, volverá a presentarse a las elecciones municipales de 2027 como cabeza de cartel del Partido Popular porque mantiene intacta la ilusión y no tiene más aspiraciones en la vida que servir a su pueblo, afirma.

¿Cuáles fueron las razones que le llevaron a iniciarse en la política?
Antes de llegar a Vilanova ya era militante del Partido Popular, pese a que yo en un principio era militante del Partido Liberal, que después se unió al Partido Demócrata Popular y a AP. En aquel entonces estaba en la agrupación de Ribeira porque trabajaba allí como médico, que es mi profesión y llevaba apenas un año casado aquí, en Vilanova, y en el partido buscaban un profesional joven para la Alcaldía y yo cumplía esas condiciones.

¿Y aceptó este nuevo reto político a la primera?
He de decir que les expuse la realidad, que entonces era poco conocido en el pueblo y que pensaba que no daría el perfil como cabeza de cartel. Sin embargo, insistieron mucho porque tenían ganas de cambiar el candidato y dar un giro radical a la imagen del partido, ya que estamos hablando de poco después de la Operación Nécora, y al final les dije que sí, aunque no le veía demasiado futuro.

Sin embargo, los resultados electorales, pese a no ganar, tampoco fueron malos al pasar de tres a cinco concejales...
Entré en febrero en el partido con las elecciones convocadas para el mes de mayo y pasamos de tres concejales a cinco, un resultado mejor de lo que nosotros mismos creíamos dadas las circunstancias y a partir de ahí fuimos consolidando nuestro proyecto hasta hoy.

Siempre se mantuvo en la política local, ¿nunca tuvo aspiraciones autonómicas o estatales a lo largo de todo este tiempo?
No, solo tuve la aventura en la Mancomunidade do Salnés, de la que no estoy arrepentido pero no repetiría. Y no quise saber nada de la Xunta o del Gobierno central porque soy un mal político, lo digo siempre, no tengo ambición porque soy un médico que está durante una temporada, ahora bastante larga, dedicado a la política. Me encantan mi forma de vida y mi profesión y a estas altura le doy mucha más importancia a la tranquilidad y a la familia que a cualquier otra cosa.

¿Cuál es el secreto para mantenerse tanto tiempo en la política activa?
Lo primero es que la gente nos vote y en el aspecto personal querer seguir, encontrarse cómodo. A mí me gusta hablar con la gente. Esas reuniones de Intervención y de números me aburren y prefiero atender a los vecinos. Aquí no hay lista de espera ni nada de eso. Vienen aquí al Ahyuntamiento a exponer sus cuestiones, tambioén en la calle o voy yo a donde están ellos. Y mira, tanto yo como mi equipo, damos un perfil de que hacemos lo que podemos, no engañamos a nadie y ven honestidad en las gestiones que realizamos, no prometemos grandes proyectos imposibles y tenemos muchas ganas de trabajar.

Usted fue alcalde de Vilanova de Arousa antes de la segregación de A Illa, ¿cómo vivió aquel histórico momento desde la presidencia del Consistorio?
Fui dos años alcalde de A Illa. La segregación estaba en marcha y aprobada por la Xunta. Todos sabíamos que se había creado un partido que era Arousa Unida con el que se presentó el anterior alcalde y entonces apliqué el sentido común. No hice nada en A Illa que pudiera violentar a nadie porque sabíamos que la segregación se daría en año y medio. Lo mejor es que todo el mundo puso buena voluntad y se resolvió bien.

¿Cómo se encontró el Concello de Vilanova en su primer mandato como alcalde?
Económicamente era un desastre. Lo pasamos mal. Las empresas no le vendían el material al Ayuntamiento porque llevaban tres años sin cobrar. Era todo muy complicado, pero logramos salir poquito a poco al mismo tiempo que dotábamos de servicios al municipio. Otra labor importante que hicimos fue la de cohesionar todas las parroquias para hacernos más fuertes y creo que lo hemos conseguido.

¿Cuáles fueron los momentos más duros y difíciles durante estos treinta años?
Soy de la opinión de que en la política todo tiene solución, pero en lo personal sí hubo situaciones difíciles e incómodas como fue el ataque a mi casa, aunque cuando me enteré de quién había sido ya me quedé más tranquilo y ahora es la policía la que tiene que hacer el trabajo. Y en cuanto a la gestión, sí hemos tenido momentos complicados con una deuda galopante en los primeros momentos, pero fuimos capaces de tirar para adelante y llegar hasta la situación actual.

“No hice nada en A Illa que pudiera violentar a nadie
porque sabíamos que la segregación se daría en año y medio.
Lo mejor es que hubo buena voluntad y se resolvió bien

Paralelamente, ¿también habría momentos satisfactorios en estos años, no?
Hay un montón de cosas que hicimos durante estos años, pero me quedo con el trato con la gente. No es la obra del auditorio, de la pasarela u otras que hemos hecho, lo que me gusta es ver que los vecinos mejoran.

Usted ha sido y es un hombre de partido, sin embargo, a lo largo de estas tres décadas ha tenido discrepancias sonadas como los primeros tiempos con el hospital do Salnés o últimamente con las reivindicaciones del sector bateeiro...
Tal vez por estas cosas no valgo para hacer carrera política y lo que hago es analizar qué es lo que le va mejor a la gente, a las personas que nos votan. A los alcaldes no nos elige el partido, son los ciudadanos que ven el cartel electoral y deciden su voto y, por tanto, mi responsabilidad es con ellos, no con el Partido Popular, aunque es verdad que coincido en la mayoría de las ideas del PP, pero como cualquier ser humano pensante hay cosas que me gustan más y otras menos.

¿En qué ha cambiado la política en general en estos treinta años, tanto a nivel local como autonómico y estatal?
Por desgracia tengo que reconocer que en España hemos ido a peor en el nivel de los políticos. Debido a las endogamias de los propios partidos, en ellos no están los mejores porque ven lo que hay y les da vergüenza. Los que llevamos tiempo gobernando tenemos suerte porque la gente nos conoce y nunca tuve problemas para hacer una lista, pero en otros partidos sí hay dificultades porque la gente no se quiere comprometer. Lo que percibo son faltas de respeto y eso se paga con desafectación porque no hay un Ramón Tamames, un Peces Barba o un Manuel Fraga. Había gente muy válida en todos los partidos y no solo por formación, sino por principios. Creo que volverán personas como estas porque si no la democracia estaría en peligro con los populismos y no puede ser. Tenemos que volver a pensar.

“Hay un montón de cosas que hicimos estos años,
pero me quedo con el trato con la gente. No es el auditorio
o la pasarela, lo que me gusta es ver que los vecinos mejoran
 

Ya ha anunciado que tiene previsto presentarse a una nueva reelección. Se ve que estos treinta años no le han pasado factura y que se siente con ganas de continuar...
No veo en este momento de mi vida un destino mejor que estar aquí si la gente vuelve a confiar en mí.

¿Es la vivienda uno de los principales problemas de los municipios, especialmente en aquellos en los que el turismo está en auge?
En Vilanova estamos planificando abrir zonas del pueblo para construir vivienda y no haya tensión. Aquí no hay grandes propietarios y sí personas que tienen un piso y prefieren alquilarlo a los veraneantes por temor a que se le metan dentro y ya no haya forma de sacarlos. Yo creo que se necesita seguridad jurídica más que nada porque la gente tiene miedo alquilar.

¿Qué pueden hacer los ayuntamientos para favorecer la creación de empleo?
Podemos hacer gestiones y en este sentido sabemos que hay dos conserveras interesadas en instalarse en el polígono de Baión, pero está el incoveniente de la financiación, que depende de ayudas europeas, pero puedo decir que las perspectivas son muy buenas. En estos casos siempre prefiero ser pruedente para que no pase lo del centro comercial, que estaba hecho y después no pudo hacerse en ese momento por culpa de la crisis, aunque parece que ahora parece que va a ser una realidad. Pero hasta que esté todo listo, lo mejor es ser prudente.

¿Siente que es usted un político inconformista con un toque de rebeldía?
Inconformista si es el sentido de que no me conformo con lo que me dicen o que no sigo una directriz, pues sí. Y si por rebelde se entiende que es no estar de acuerdo en hacer lo que te mandan si no se cree en ello, también. Yo a eso le llamo ser independiente o tener criterio propio, pero tampoco me molesta la palabra rebelde.