En la Casa Histórica de Cambados se han celebrado estos días partidas de un juego que gira en torno a ficciones y realidades de la localidad que asustan tanto como los monstruos que estos días “reviven” con el Samaín. La cambadesa travesti que fue repudiada por su propia familia o el joven que buscó por el pueblo, y nunca encontró, al amante de una noche, casado y con hijos, que se había dejado un medallón en su casa, son realidades vividas por la comunidad Lgtbqai+ y algunas de las casi 50 historias recopiladas por el cambadés Matías Daporta y el escultor portugués Pedro Moreira para dar vida a los retos y problemas que los jugadores deben ir resolviendo en “A segunda pedra”.
Es un verdadero juego que ha diseñado y creado el artista luso, con una veintena de figuras de cerámica que representan a los diferentes personajes. También el tablero, que es el mapa de Cambados con sus parroquias.
Daporta colaboró con él en la recopilación de las historias, que tienen un gran componente de visibilización de ese colectivo porque es la temática de la tercera edición del Festival Desfoga del que es codirector y que estos días llena la villa de artes vivas en una acción conjunta de Teatro Caracol y el Concello.
Explica que las recopilaron en unos días, hablando con historiadoras locales y también con vecinos: “Foi un proceso natural de ir falando coa xente e xa che contaba cando lle explicabas o proxecto”. Según cuenta, así surgieron también otros temas que constituyen realidades cambadesas como las descargas de droga, los fusilamientos en Fefiñáns y cuestiones que conoce bien personalmente como el “éxodo de homes, sobre todo, que nos anos 70 emigraban a outros países non por cuestións de pobreza se non para atopar espacios de liberdade porque eran homosexuais, e que logo volvían cun ‘amigo’. Eu teño o caso de dous familiares dos que sempre sospeitamos. Hoxe en día, se pasa, é máis ben para ser parte dunha comunidade máis grande non polos prexuízos”, añade. También surgieron leyendas que se están perdiendo, como la de la culebra gigante de Castrelo o la de la joven mora que guarda un tesoro, y casi ha sido un ejercicio sociológico, como prueba el caso de los “hijos de las sirenas”.
El codirector indica que este ser mitológico está bastante presente en escudos de casas históricas y “se di que eran de fillos de sereas, os de mariñeiros que voltaban cun bebé tras meses fóra, no mar. No lugar de falar de adulterio, se dicía que eran fillos destes seres; coa fantasía eludíase a realidade”.
El juego sigue la dinámica de los de rol y dura como uno de mesa, sobre dos horas, y como “máster” estuvo un excelente Moreira, muy metido en su papel y caracterizado con una máscara para ir guiando a los jugadores en cada tirada de dados que, al final, se convertía también en una dialéctica sobre la ética y la moralidad. “A segunda pedra” volverá con él a su ciudad natal, aunque está a la venta por si algún cambadés quiere hacerse con esta joya.