Vilanova despachó ayer otro Pleno en seis minutos, de reloj. Era una sesión extraordinaria en la que se votó sobre recalificaciones, facturas pendientes y la plantilla municipal. Pero las formas volvieron a empañar, una vez más, el fondo: Como ocurre desde hace meses, no hubo explicaciones, ni debate, ni contestación de preguntas. El clima político local sigue siendo totalmente atípico, tenso y definitivamente sin diálogo. Gobierno y oposición se culpan mutuamente de que esto sea así y nadie parece dispuesto a dar un paso para conseguir eso de elevar a la categoría política de normal, lo que a nivel de calle es plenamente normal: Hablar, en este caso.
El alcalde, Gonzalo Durán, sigue enrocado con su postura de vacío a la oposición. Mantiene tal decisión desde que acusa a los demás grupos de no condenar públicamente que alguien arrojase un artefacto incendiario contra su vivienda. Pero ayer iba más allá en sus reproches a los opositores cuando los periodistas le preguntaron qué hacía falta para que se retomase la normalidad política. La situación seguirá así, dijo, “mientras no pidan perdón” y mientras “no nos traten con el respeto debido a los cargos que ocupamos. Llevan años insultándonos, vejándonos, mintiendo sobre nosotros y nuestras familias”. Insistió: “Para que haya diálogo, lo primero que hay que tener es respeto. Y ahora mismo le acaban de faltar al respeto a Nuria (Morgade)”, concejala popular a la que el socialista Javier Dios lanzó un dardo al felicitarla durante el Pleno por una plaza de arquitecto técnico que todavía no está ocupada, pero que la oposición desconfía será para ella. Una poco velada acusación de dedazo a la que Durán no dijo nada en la sesión, pero que posteriormente negó de forma tajante y, de paso, volando cualquier puente hacia la reconciliación: “Eso es una imbecilidad típica de un tarado”, dedicó a Javier Dios, a quien llamó “ignorante”.
Lo que pasa es que en la oposición tampoco se dan pasos para el acercamiento. A sumar al comentario deslizado durante el Pleno, Javier Dios echaba más leña al fuego al ser preguntado por los medios sobre si están dispuestos a condenar el lanzamiento del artefacto incendiario a la casa del alcalde. No solo lo evitó, sino que reiteró en varias ocasiones que “chamarlle atentado a iso é unha burla cara o terrorismo” y sus víctimas, optando por emplear el término “gamberrada”.
La condena pública del suceso que espera Durán, pues, no llegó ayer. Puede que porque en el PSOE tampoco ha sentado bien que el PP apuntase al entorno izquierdista especulando con la posible autoría de aquel artefacto incendiario. Un señalamiento público que, afirmó Dios, provocó algún “comentario soez” a militantes socialistas por parte de vecinos simpatizantes del PP. Y todo ello, como recordó este viernes Elena Cores —de Gañemos—, a pesar de que las propias autoridades confirmaron que no se presumían “tintes políticos” en la autoría, tras la investigación. El caso sigue sin resolverse. Y sus heridas, muy lejos de cicatrizar.
Por lo demás, el portavoz del PSOE volvió a acusar a Durán de usar este suceso para ocultar la presión sobre él tras ser condenado en firme por un delito leve de falta de respeto y consideración debida a la autoridad, por llamar “chacha para todo” a la presidenta de la Diputación, Carmela Silva. Un comentario “machista”, reza la sentencia, que la oposición ha vuelto a ver “frivolizado” en el igualmente controvertido vídeo de promoción del Momo y que, temen, pueda ir a más en la fiesta del domingo.
También Durán reiteró acusaciones contra los grupos opositores: “A mí me han denunciado 25 veces, sin motivo”, “solo por odio”. Una treintena de procesos judiciales en su contra que, con excepción del “chacha para todo”, han ido cayendo uno tras otro en saco roto. El último, el archivo de las supuestas irregularidades en el albergue de peregrinos. Tal rosario de causas judiciales se antoja difícil de olvidar, aunque Cores argumentó que “eu non lle fixen nada persoal ao alcade” y defendió la judicialización de asuntos como canal válido en la labor pública de oposición.
A estas alturas cuesta creer que el diálogo y el clima de normalidad puedan restablecerse antes de la próxima cita con las urnas.
Las polémicas que no se debatieron: Facturas, recalificación con alegaciones y cambios laborales
El Pleno, de tres puntos, pasó de puntillas por todos ellos. Se votaron, y aprobaron con la mayoría absoluta popular, pero no hubo debate, solo críticas de la oposición. El gobierno no respondió a nada. Las partes sí indicaron sus argumentos, pero a la prensa, por separado y acabada la sesión.
El primer punto fue una modificación de la relación de puestos de trabajo del Concello, que Durán justificó por los cambios de la reforma laboral. Afectan a la plaza de arquitecto técnico —la que levantó más polvareda—, una de la Policía Local y a las limpiadoras. El segundo fue un reconocimiento de facturas pendientes de pago, por valor de 155.747,79 euros. El regidor dijo que “las cuentas del Concello van muy, muy bien” , de ahí que se puedan ir abonando pagos pendientes. Pero Gañemos lamentó los reparos técnicos a la operación: “El Concello gasta dinero, pero no pasa por la fiscalización de Intervención, pese al plan de ajuste”, algo que, advierten, puede tener “serias consecuencias” para la administración local.
La última cuestión era la modificación puntual 22 de las normas subsidiarias, un cambio urbanístico para San Roque do Monte. El alcalde afirmó que era una modificación “típica”, pero la oposición la afeó con rotundidad. Al no haber PXOM, insisten, hay mayor riesgo de arbitrariedad y esto es lo que ven de fondo: Que el Concello beneficia a unos vecinos cambiándole parcelas a núcleo rural, pero obligado a respetar las proporciones normativas, esto es, quitándole a cambio tal condición a otros. “Para beneficiar a uns, prexudicase a outros”, razona la oposición, que habla de “un feixe de alegacións” vecinales.