Bocazas

Vivimos en el mundo del hablar por hablar. Cada vez con más frecuencia toman la palabra quienes no pueden ni deben y, por gritar más o tener mayor número de adeptos que su adversario; creen tener la razón.
 

Lo más triste de todo ya no es lo que ellos puedan sentir o dejar de sentir- ya sabemos que los idiotas ya tienen en lo que ellos piensan todas las respuestas-, sino en la cantidad de personas que a falta de escuchar otras opiniones, creen a pies puntillas lo que dice el que más habla, el que más grita o el que más aparece en los medios.
 

Somos seres fácilmente manipulables, ya sea por necesidad, desesperación o cansancio… individuos deseosos de sentirnos menos solos siguiendo a la masa… y así nos va.
 

Comunicar es tan necesario como escuchar criterios, pero hay que hablar bien y escuchar todavía mejor.
 

En este deambular por la vida, me he dado cuenta de que a medida que pasan los años y-por ejemplo en situaciones de crisis-, cuando menos hablo más digo.
 

Y es que hay en el silencio oportuno algo cautivador. Una sensación de protección de uno mismo y de los demás que nos aleja aparentemente de todo mal, porque como decía Napoleón Bonaparte, una retirada a tiempo es una victoria. 
 

La palabra es el arma más poderosa del mundo. Por medio de ella se inician guerras o procesos de paz. Así que el ser capaz de morderse la lengua antes de empezar una batalla, es del todo inteligente.
 

Hay además en la contención una atracción por parte de los demás, así como algo acumulativo. Como dice el proverbio chino: “contén tú ira por un día y tendrás un largo periodo de paz”.
 

Y es que, pensándolo bien, todo en la vida es un poco acumulativo: el bien sembrado, los excesos cometidos, el orden forjado. Todo. Así que sabiéndolo, no solo deberán retirarse antes de iniciar una guerra, sino que por haberlo hecho, tarde o temprano recibirán de su contrincante aquello que deseaban obtener. Y no piensen que son débiles ni frágiles por hacerlo, lo que son es inteligentes. Las armas sólo hay que enseñarlas cuando nos vengan a atacar y se nos vaya la vida en ello. El resto del tiempo, es mejor practicar la contención-a poder ser con marcha incluida-. Tiempo muerto para que el otro piense, ya que usted lo pensó todo mucho antes que él, pero sin necesidad de ser un bocazas ni un provocador.

Bocazas

Te puede interesar