La calle es mía

En uno de aquellos arranques de los que presumía Manuel Fraga en los setenta afirmó aquello de “La calle es mía”. Es cierto que él lo dijo ante la insistencia de los sindicatos en querer salir a manifestarse y ante las quejas de represión policial, pero a veces parece que, incluso aquellos que no le conocieron, insisten en hacer suya la frase. Circular sobre dos ruedas no aporta más razón ni más estatus que el hecho de hacerlo sobre dos piernas, solo da mayor velocidad. Y, como todo gran poder conlleva una gran responsabilidad, que decía la tía de Spiderman, ‘biciclistas’ y ‘patinetistas’ deberían interiorizar que poder ir más rápido debería ser directamente proporcional al respeto mostrado hacia los peatones. La campaña municipal de multas a usuarios de bicicletas y Vehículos de Movilidad Personal (VMP), alias patinetes, se ha cerrado con 21 sanciones en dos semanas. La mayoría son por circular con los cascos puestos, no como si fueran caballos, sino para aislarse de lo que pasa a su alrededor. Muchos consideran que harían falta más sanciones para los reyes de la contrarreloj aunque es cierto que resulta complicado pillar al velocista en el justo momento en el que amenaza la estabilidad del peatón haciendo su eslalon particular por los Cantones. Al menos, saben que la multa está ahí. Como argumento para ser cívico, tener que pagar siempre ha sido uno bueno. 

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