El insulto sereno

Para afrontar la legislatura haciendo una oposición en condiciones, el Partido Popular de Núñez Feijóo ha designado como portavoz parlamentario al señor que dijo que el presidente del Gobierno tendría que salir de España escondido en un maletero o que el agresor del actual ministro de Transportes, conocido por una pésima conducta de la que no se ha librado ni su madre, era un probo e inocente ciudadano. Se llama Miguel Tellado y anuncia, de entrada, que está trabajando en la invención del insulto sereno. Eso dice, mientras llama de todo a Pedro Sánchez menos bonito, que va a hacer una oposición “dura pero serena”.
Se ve que a Cuca Gamarra le faltaba serenidad, y que, en pos de rebajar la actual tensión política, Feijóo la ha sustituido por un ciudadano que puede ser duro como él solo, pero, simultáneamente, sereno a más no poder. A primera vista, parece un señor normal, nada se percibe en su aspecto que pueda sugerir una creatividad semejante, pero toda vez que las apariencias suelen engañar, habrá que seguirle con atención en sus intervenciones parlamentarias, lo cual puede que no esté pagado si todas van a ir en la línea del maletero y del angelito que abordó de aquella manera a Oscar Puente en el AVE. Ahora bien; puede que éste adelantado del insulto sereno no venga tanto a sustituir a Gamarra, a la que tampoco se le daba mal faltar a Sánchez sin ton ni son, como a competir, con ansias de triunfo, con Isabel Díaz Ayuso, la némesis de Feijóo, en sus estrafalarias guerras e infundios contra el Gobierno de la Nación. El líder del PP necesitaba eso, un insultador de la talla de la presidenta de la Comunidad de Madrid, y que añadiera a esa dudosa cualidad la lealtad del buen escudero. Jugada maestra, pues éste Miguel Tellado no sólo insulta que da gusto, sino que promete seguir haciéndolo en el Congreso con una maravillosa serenidad. Pero no crea nadie que insultar a estas alturas es cosa fácil, pues tanto se ha elevado el listón de la injuria tabernaria, tanto se ha normalizado la fabla tóxica.

El insulto sereno

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