La galería Monty4 ofrece la muestra “PÁLIDAS BESTIAS” de Jorge Vázquez Carmona, nacido en Barcelona (1968) y formado en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. Reside en A Coruña, donde alterna su actividad artística con la docente. Esta es su segunda exposición en Monty; la primera la hizo en 2011, con el poético título de “El linaje de la hojas” que, de alguna manera, establece una conexión con lo que plantea en la obra actual que es su fascinación ante le misterio de la vida, la reflexión ontológica sobre la condición humana y su relación y los nexos con el mundo animal . Son obras cuyo protagonista principal es el ser humano, especialmente el rostro, al que representa, sobre todo, rodeado de blancos ciervos y, a veces, con algún pájaro pegado a su cabeza, como la lechuza (nuestra curuxa), que parece estarle insuflando algún mensaje arcano .
En otras ocasiones, como en la serie “Triskelés”, establece un enfrentamiento entre el animal y el hombre, una lucha cuerpo a cuerpo que deja entrever todo el patetismo inherente a la evolución del ser humano sobre la tierra. Establece, pues, dos modos de acercamiento entre la pálida “bestia” humana y las demás: uno más idílico en el que compone un pacífico contrapunto de convivencia con los ciervos y otro de feroz pelea con ciertas bestias, como felinos, para poder sobrevivir. Inspirado, en parte, en los grabados rupestres, profundiza en esta dualidad del alma humana que lleva en sí, a la vez, a un cazador de la era paleolítica, retorciéndose ferozmente, y a un observador que empieza a domesticar y a adueñarse de su entorno.. Lo que en realidad hace Vázquez Carmona es utilizar la prehistoria como una sugerente alegoría que es aplicable a todas las épocas de la historia y también a la actual; eso que subyace en nosotros de bestias es comprobable hoy en tantos conflictos bélicos y comportamientos violentos; su antropomorfismo arqueológico es su forma de mostrar la relación con la naturaleza. Algunos logros plásticos que singularizan su obra son: la combinación del dibujo de sueltas líneas negras configurativas con el relieve, la reducción cromática a los tonos ocre-pardo y gris y los poderosos trazos expresionistas que muestran la tensión tremenda de los cuerpos en movimiento que hace que ciertas partes se solapen o se desdibujen.
Un aspecto a destacar son los ensamblajes de trozos y astillas de madera con los que construye esculturas como “Polaris” y “Nemoralis” en las que representa la odisea fundacional del patriarca que sostiene a la familia de su especie. Estamos ante un creador capaz de combinar la reflexión ontológica con la rapidez gestual, demostrando ser un excepcional dibujante que sabe prefigurar anatomías, pero también sabe que todo creador que se precie debe dejar abiertas las puertas a la sugerencia y a la asombrada pregunta sobre lo real. Oportuna es, pues, la cita de Yeats, que hace Estela Novo para referirse a su obra: “estoy buscando el rostro que tuve antes de que el mundo fuera hecho”.