os partidos políticos son imprescindibles en democracia y la ciudadanía debe distinguir cuáles son los que mejor defienden los intereses generales. Los partidos no pueden ser agencias de colocación para sujetos que no encuentran trabajo en lo privado. Los partidos deben seleccionar mejor a quienes admiten antes de entrar y hacerse una serie de preguntas como qué aportó a la comunidad en la que vive, creando asociaciones comunitarias locales, dado que actualmente los partidos admiten y colocan de candidatos a personas que nunca aportaron nada a la sociedad. Y luego los nombran en cargos públicos sin tener ni idea. Los nombran y los promocionan a cambio de lealtad, causando deterioro democrático. Estos oportunistas van de partido en partido según los intereses personales y muchas veces son comprados por otro partido para desestabilizar al rival.
Siempre hubo más partidos de izquierda que de derechas. Los de izquierdas tradicionalmente defienden a la clase trabajadora y el reparto de la riqueza. La derecha defiende a la clase empresarial y el capitalismo especulativo. Se pueden admitir matizaciones. Pero lo más importante para la sociedad en general, tanto la izquierda como la derecha, tienen la obligación de ponerse de acuerdo, como hicieron los primeros pobladores para ponerle nombre a este mundo. El acuerdo beneficia a trabajadores y empresarios para que todos sobre vivan.
Es el equilibro social el que hace un país más próspero y rico a través del diálogo para evitar conflictos sociales y destrozos. Llevamos unos años que sindicatos y patronal se sentaron a dialogar tal como requiere la democracia participativa.
Pero no todos los gobiernos y partidos están en condiciones de defender el bien común, algunos quieren sembrar el caos. Buscan votos calentándole la cabeza con bulos y promesas imposibles de cumplir al llegar al poder. Por eso los principales partidos que gobernaron la España democrática, de derecha, e izquierda (UCD, PSOE, PP), pactaron con nacionalistas e independientes cuando no tuvieron mayorías absolutas y siempre llegaron a acuerdos.
Por ejemplo, en meses renovaron el Consejo del Poder Judicial, mientras que ahora el PP lo tuvo bloqueado con su mayoría en los órganos judiciales cinco años hasta que Bruselas presionó para renovar. Necesitamos un PP más de centroderecha y dialogante para sustituir al PSOE, cuando toque, sin negarle el derecho y la legitimidad cuando ganan. El PP tiene que dejar de mirarse al ombligo y proponer, fiscalizar a Sánchez sin manías personales, y no olvidarse de que el PP gobierna en trece comunidades autónomas con plenas competencias, que también son España. Oponerse a todo perjudica el interés general, como ahora está pasando sobre el apagón pidiendo dimisiones el mismo día, cuando seguimos esperando seis meses a que Mazón nos diga dónde estaba el día 29 causando el fallecimiento de 228 personas por no mandar la alerta roja a los habitantes. Es más fácil que Mazón nos diga dónde estuvo el 29, que Sánchez nos diga las causas del apagón en un día donde confluyen tantos actores, empresas privadas y públicas a investigar.