Política de despacho

Conocer para legislar y hacer política. Esa debería ser la máxima de cualquier político que conciba su tarea como la de mejorar la vida de las personas y dar soluciones a sus problemas. Sin embargo, no siempre se legisla con conocimiento de causa ni con esta tarea como objetivo. Y sirvan como ejemplo de ello las políticas del PSOE. Un partido que, allá donde gobierna, se dedica a crear más problemas de los que soluciona y a legislar desde el desconocimiento. Sin pensar en el perjuicio que esa falta de conocimiento puede generar en el día a día de la ciudadanía.

Cualquier persona vinculada al sector marítimo-pesquero gallego puede dar fe de esto que digo. Puesto que se trata de un sector continuamente vapuleado y agraviado por las políticas del Gobierno central en esta materia. Bien con el decreto que están tramitando para regular las artes de pesca y que, por desconocimiento de la singularidad de estas prácticas y sus usos en Galicia, perjudicará a nuestras gentes del mar. O bien con las decisiones que está adoptando Costas en relación a las instalaciones asentadas en nuestro litoral, invadiendo competencias autonómicas y poniendo en riesgo la actividad y la continuidad de más de un centenar de empresas.

Resulta incomprensible que, en lugar de apoyar a un sector que es clave en la economía gallega, el gobierno de Pedro Sánchez se dedique a despreciarlo y perjudicarlo con unas políticas que mezclan dejadez y desconocimiento a partes iguales. Algo que, en mi opinión, es simplemente la consecuencia de legislar sobre la pesca desde un despacho de secano.

Pero si hablamos de despachos y de desconocimiento de la realidad, no me hace falta ir hasta la Moncloa. Puesto que en Ravella tenemos también a un gobierno socialista que cada día está más desconectado de las necesidades de Vilagarcía y cuyas actuaciones en nada se parecen a las demandas de la ciudadanía. Mientras la gente en nuestras calles habla de lo difícil que es aparcar, del caos del tráfico, de lo abandonado que está el rural, del deterioro del mobiliario urbano o de la falta de mantenimiento de nuestras playas; el alcalde y su equipo siguen a lo suyo. Poniendo patas arriba una ciudad que ni siquiera pisan.

Lo suyo es irse a Madrid a presumir de unas ciclovías que en realidad han supuesto un fracaso no solo por su mala ejecución, sino porque han sido encajadas con calzador sobre el papel y no adaptándolas a la fisonomía de Vilagarcía. Es más, dudo mucho que en su viaje a la capital reconociesen que se trata de un proyecto que se está haciendo a costa de cercenar plazas de aparcamiento, estrangular el tráfico y perjudicar a comerciantes, a hosteleros, a la Plaza de Abastos y al mercadillo secular. Todos ellos, con la inestimable ayuda del gobierno local, agonizan en unos momentos ya difíciles de por sí.

Esta es la realidad que ellos no ven o prefieren ignorar (no sé cuál de las dos opciones me parece peor). Una realidad que existe y que sufrimos día a día los vilagarcianos y nuestros visitantes pero que, como decía, difícilmente se puede conocer cuando uno no pone los pies en la calle. Cuando uno legisla y hace política desde el desconocimiento. Cuando uno se limita a hacer política de despacho.

Política de despacho

Te puede interesar