La Sección Cuarta de la Audiencia de Pontevedra, con la conformidad de la acusada, condenó a una vecina de Vilanova a una pena de cárcel de tres años  —además de una multa de 998,96 euros— por un delito contra la salud pública, tras ser interceptada en un control de la Guardia Civil en la N-640, a la altura de la parroquia caldense de Saiar, cuando portaba diversas cantidades de cocaína, MDMA, ketamina y hachís preparadas para su venta,  con un valor en el mercado ilícito  de drogas tóxicas cercano a los mil euros y que fueron incautadas por el Instituto Armado. Además, la investigada llevaba en su poder una navaja de cinco centímetros de hoja de un solo filo y con una empuñadura de siete centímetros.

Así, finalmente, no hizo falta la celebración de un juicio, ya que la acusada llegó a un acuerdo con el Ministerio Fiscal. Así, la condenada aceptó los cargos que se le imputaban, tras hallar en su bolso una serie de drogas tóxicas, sustancias psicotrópicas o estupefacientes. En concreto la investigada poseía ese día un bote de plástico de color verde con 1,478 gramos de hachís o resina de cannabis con un grado de riqueza del 30,67%; un bote de plástico de color verde con una tapa transparente que contenía dos pastillas de color morado de MDMA con un peso de 0,71 gramos y un grado de pureza del 35,93%; otro bote de plástico, aunque de color naranja, que contenía 0,539 gramos de ketamina y con un grado de pureza del 75,59%; una probeta con dos pastillas de color amarillo con un peso de 0,2 gramos y cinco pastillas de color rosa con un peso de 1,3 gramos de MDMA. Asimismo, contaba varias bolsas transparentes que contenían 2,528 gramos de ketamina con un grado de pureza del 75,6%, 0,706 gramos de MDMA, 1,55 gramos de cocaína con un grado de pureza del 84,55 % así como 0,815 gramos de cocaína con un grado de pureza del 81,74% y un bote metálico de caramelos que tenía en su interior otras treinta pastillas de MDMA de diferentes colores.