Los hosteleros de Vilagarcía, obligados a vigilar el botellón : "No pueden cargar todo sobre nosotros"

Los hosteleros de Vilagarcía, obligados a vigilar el botellón : "No pueden cargar todo sobre nosotros"
Imagen de archivo de terrazas hosteleras I GONZALO SALGADO

El malestar entre el sector hostelero creció en las últimas semanas por dos medidas llevadas a cabo por el Concello: Por un lado, el cierre de más de media docena de terrazas que tenían incumplimientos, pero “sin un requerimiento previo”. Por el otro, porque se está estableciendo un control sobre el consumo de bebidas alcohólicas en el exterior al que también se les obliga a estar vigilantes.
 

Pero, sobre todo, porque estas dos circunstancias se dan ante lo que es el mayor de los problemas, dicen, “la normativa más estricta de Galicia”, en referencia a la ordenanza de terrazas.
 

En cuanto a los cierres, varios de ellos están relacionados con los ruidos que se dan en zonas como las de O Castro, donde un grupo de vecinos lleva tiempo quejándose.
 

A este respecto, sin embargo los hosteleros no ven claro que en la ordenanza de terrazas se especifique los horarios según el tipo de licencia ya que “se trata de ocupación de vía pública” y porque “si hay otro abierto, ruido va a seguir habiendo”.
 

Creen que esta cuestión se puede regular como en otras ciudades, como Vigo o Santiago, donde las terrazas abren hasta las dos y media de la madrugada “sin distinción entre bares o pubs”, mientras que aquí, en invierno, tienen de tope hasta la una de la madrugada (fines de semana).
 

Así, explican, se evitarían unas diferencias que se dan a veces con solo veinte metros de diferencia, en la misma calle, y sin que ello permita evitar el problema de los ruidos. “Estamos concienciados con la convivencia”, explican desde el sector, dispuesto a adoptar los sacrificios que hagan falta, pero creen que debe ser con cierto sentido y sin discriminaciones.
 

Fechas complicadas

Y es que algunos de los locales que tienen la terraza cerrada se ven seriamente perjudicados por sus dimensiones y están a la espera de poder abrir en las fiestas navideñas.
 

Los hosteleros señalan, asimismo, que la gestión de los problemas debe hacerse de otra manera desde el Concello y no esperar “a que se le vaya de las manos”. En este sentido, ponen por ejemplo el trato a otros sectores, como una industria. “Si le ponen una multa por emisiones contaminantes, antes le llegan requerimientos y avisos de apertura de expedientes, no llegan y cierran la empresa”, explican.

 

Comprensión del cliente

En cuanto al consumo de bebidas alcohólicas en el exterior, los hosteleros se ven ante la tesitura de dos leyes que se contraponen, así como del buen trato que se espera al cliente. “Si se van del bar antes de acabar la copa, lo normal es que se la pongamos en un vaso. Como si te vas del restaurante y no acabas y te lo ponen en un taper. No vamos a obligarlos a quedarse”, apuntan. La ley de residuos de Galicia también les obliga a hacerlo así. “Tenemos la mejor voluntad del mundo, pero no podemos ponernos en la puerta del local a controlar que la gente no salga con copas a la calle”, explican los hosteleros. Aunque sí están dispuestos a cumplir con esta obligación, también piden la colaboración del cliente y la comprensión de la administración. “Sabemos que la Policía Local no puede controlar el botellón porque es imposible, pero entonces tampoco pueden cargar todo sobre nosotros”, apuntan. La situación es especialmente compleja en esta época, con muchas cenas de empresa. "A veces vienen con la copa de otro lado, ¿por qué tengo yo la culpa?", señalan.
 

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