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lunes | 13 mayo | 2024
Aquel 15 de agosto de 1936 los golpistas decidieron imponer el terror ejemplarizante en muchos puntos del territorio nacional. Vilagarcía, una villa de 13.000 habitantes en la que todos dormían con las puertas abiertas, no se libró del castigo.
Agustín Castromán había llegado pocos años antes al pueblo para trabajar como factor de ferrocarril. Se hospedaba en la Pensión Cayetano, situada frente a la puerta pequeña del parque de A Compostela. Tenía 29 años y era activo en el sindicato UGT. Aquella mañana en la que las fiestas grandes de Vilagarcía se tiñeron de sangre, su amiga María encontró su cuerpo a escasos metros de donde vivía.
Belarmina Ordóñez también reconoció un cuerpo esa aciaga jornada.
Fue el de Manolo Rey, hijo de la mujer para la que trabajaba, primo de Elpidio Villaverde y miembro de la FAI. Anarquista también era Antonio Meaños, trabajador portuario al que mataron a pocos metros de donde lo esperaba su familia. Su mujer ya nunca pudo recuperarse, su hijo dejó Carril para no encontrarse con el delator, vecino puerta con puerta. Regresó medio siglo después, a su hermana le costó reconocerlo. El fascismo también se cobraría la vida de Luis Singul, albañil “protestón” sin afiliación política, en el ojo de los golpistas desde el minuto uno. Ramón Abalo, del PSOE, sería la quinta víctima de aquel terror “ejemplarizante”.
Iniciativa pola Memoria honrará la historia de estos cinco represaliados con un panel instalado a escasos metros de la Pensión Cayetano. La inauguración será el sábado 13 de abril y asistirá toda la izquierda de Vilagarcía. Representantes políticos y sindicales apoyaron ayer al colectivo en la inauguración del panel, sufragado con la colaboración ciudadana. Pocos días después de la muerte de Castromán, su “desconsolada” madre publicaba una esquela. Ya no serán las únicas palabras que recuerden una vida arrebatada por la mediocre intolerancia.
