Una patria en la distancia: El germen de la Rianxeira en la Galicia porteña de los Fontenla Abuín

Una patria en la distancia: El germen de la Rianxeira en la Galicia porteña de los Fontenla Abuín
Angélica Fontenla, durante la visita que hizo a Vilagarcía hace unos años para ver el Obelisco | a. caeiro

“Fale galego”. El gran cartel está colgado en el salón de una casa de grandes dimensiones situada en el porteño barrio de Villa Crespo. Allí vive la familia Fontenla Abuín. Ramón Fontenla, de origen morañés, y María Abuín, una carrilexa “galega e republicana”, tal y como la define su hija Angélica, construyen patria a un océano de distancia. El matrimonio vivió siempre a caballo de ambas orillas, hasta tal punto que la propia Angélica nació en Buenos Aires porque tanto su padre como su abuelo hacían cascos de estancias. Antes de volver a Galicia, a la pequeña la bautizaron en la iglesia de Santa Ana y ese fue su segundo nombre, como promesa ante un posible regreso. Lo hubo, pero fue inesperado y permanente.

Antes de eso, los Fontenla Abuín cruzaron el charco de vuelta y se asentaron en Rianxo, donde Ramón Fontenla hizo muchas obras y donde nació uno de sus hijos, al que en la familia llaman “el rianxeiro”. La villa natal de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao tendría gran importancia en su vida, pero aún les quedaba su etapa en Vilagarcía. En el sur de Arousa, los Fontenla Abuín tuvieron otras dos hijas y se asentaron en el barrio de Os Duráns. En Vilagarcía creó Fontenla el Obelisco y su maqueta se la llevó orgulloso en uno de los numerosos viajes a Argentina.



Admiradora de Castelao


Cuando estalló la guerra, los Fontenla Abuín se prepararon para cruzar el charco de nuevo, pero con calma. Y es que, como muchos, pensaron que “ía durar moi pouco tempo”. Fueron 43 años de guerra y dictadura, por lo que ya no hubo retorno para una familia que nunca dejó de luchar. En el hogar porteño Galicia era mucho más que una estancia. Allí se creó el Coro Parroquias Unidas de Rianjo. “Éramos cinco rapazas e un rapaz, sempre estabamos con xente e miña nai para que non saíramos da casa facía chocolate con churros”, explica Angélica. Fue también en la Galicia porteña donde nació el germen de la a Rianxeira. “Miña nai, que tiña moi boa memoria, recordaba unhas copliñas que cantaban en Rianxo”, relata Angélica, que trabajó codo a codo junto a Xesusiño Frieiro (“Pinciñas”) en la elaboración de las coplas de lo que fue una primera versión, más popular que la que finalmente recreó Ángel Romero. “Moito me gusta rapaza que estás aquí na Arxentina, verte cantar e bailare como alá na terra miña”, canta Angélica al otro lado de la pantalla del móvil, con la mirada viajando a la Galicia porteña que tanto amó.

La Rianxeira fue compuesta para recibir a Castelao, que regresaba de París. El escritor rianxeiro fue una figura clave para Angélica, que recuerda que cuando acudió a verlo, estando él convaleciente tras una operación, tenía miedo de hablarle en gallego “porque non o falaba ben”. Él insistió y se pasaron toda la tarde hablando en el idoma patrio. La luna de miel de Angélica estuvo marcada por la lluvia de lágrimas que vertió al conocer la muerte de Castelao. En el entierro estaba su padre, Ramón Fontenla, muy vinculado al Centro Galego de Buenos Aires. Allí pasó también muchas tardes la familia Fontenla Abuín, tejiendo redes. Aunque la presencia de los exiliados no siempre era bien vista por las fuerzas del orden y, en una ocasión, María Abuín tuvo que salvar a sus hijos y a otros niños de acabar en los calabozos. Lo hizo portando unas joyas con emblemas franquistas que se había llevado de España. “Ustedes creen que con esto que traigo yo puedo ser comunista?”, les dijo a aquellos guardias.

Y solidaria. Fue otro de los valores que los Fontenla Abuín llevaron siempre en sus equipajes. En uno de los viajes del padre de la familia, el capitán le contó que a bordo del barco viajaba un polizón que venía de Vilagarcía. Ramón quiso conocer su identidad y fue así como supo que se trataba de Valentín Fernández Génova, procedente de una familia muy señalada por el franquismo. De hecho, a su hermano Luis lo mataron a las puertas del Cementerio con solo 18 años. El creador del Obelisco le dijo a aquel joven que no fuese directo a Buenos Aires, ya que en el puerto podía estar la policía esperándolo, y que probase a cruzar desde Montevideo. Aquel consejo nunca lo olvidó el chico, que ya en Argentina llegó a ser de la máxima confianza de Evita Duarte.



Una familia de artistas


Pero la familia Fontenla también escribió sus propias páginas en la historia de la ciudad de la plata. Esther, la hermana pequeña de Angélica y una de las dos que nació en Vilagarcía, fue una reconocida soprano. Su hijo, Xabier Barreiro Fontenla, siguió los pasos del abuelo y es un premiado escultor. La Fontenla más famosa es Norma, sobrina de Ramón, que falleció en un trágico accidente de aviación cuando se encontraba en la cima de su carrera. “A meu tío Eduardo non lle gustaba que bailara, pero era unha gran bailarina”, recuerda su prima Angélica. 

Una patria en la distancia: El germen de la Rianxeira en la Galicia porteña de los Fontenla Abuín

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