La accesibilidad sigue siendo una asignatura pendiente en Vilagarcía, como recoge el propio Plan de Mobilidade Urbana Sostible, que entró en vigor el pasado 5 de febrero, tras no recibir alegacones. Una de los apartados del plan es, precisamente, la ampliación de las aceras y el documento incluye medidas concretas, en zonas determinadas, pero también otras más globales.
En este sentido, el PMUS señla la necesidad de redactar un Plan de Accesibilidad que haga un inventario de todas las calles en las que no se cumplen con la normativa, así como un documento donde se priorice y valore económicamente las medidas para hacer frente a este problema.
Como medidas concretas, el Plan de Mobilidad se fija en los principales accesos al municipio y propone ensanches en la Avenida de Cambados, en Juan Carlos I y As Carolinas y en la N-640, es decir, en la Avenida de Pontevedra, más conocida como la recta de Rubiáns. Sobre este último punto, cabe destacar que existe un proyecto de humanización de la carretera, previsto por el Ministerio de Transportes, que llegaría hasta el centro urbano y que supondría la solución a la falta de accesibilidad que se da en algunos tramos.
En cuanto a la Avenida de Cambados, dependiente de la Xunta de Galicia, la Asociación de Veciños Outeiro, de Sobradelo, ya se quejó en más de una ocasión de la falta de accesibilidad. El Concello, por su parte, comunicó que se pondría en contacto con la administración autonómica para su arreglo. Precisamente el PMUS incide en que las actuaciones deben ir en base a la colaboración entre diferentes instituciones, para que así tengan éxito los planes. De hecho, en el resto de viales propuestos para medidas concretas, el titular es el propio Estado.
Pero, más allá de estos viales, en el rural y en las zonas periféricas de Vilagarcía, se encuentran numerosos ejemplos de aceras que no cumplen, ni de lejos, con la normativa vigente. Y que, además, son un peligro para personas que tengan movilidad reducida, como los que van en silla de ruedas o llevan muletas, pero también y sobre todo para los invidentes.
Uno de estos casos se encuentran a escasos metros, precisamente, de uno de los accesos más importantes, el que llega desde el norte. En uno de los cruces de Rosalía de Castro y cuesta arriba se erige Trabanca Sardiñeira. Su principal calle, Os Anxos, es toda una carrera de obstáculos.
Con aceras estrechas por las que no caben dos personas. Es más, en muchos tramos ni siquiera cabe una, salvo que quiera darse de bruces con una farola o una señal puesta en el medio y medio, como trampa para las personas con visión reducida.
A este respecto, el PMUS señala que “la mayoría de las calles que dan acceso a los núcleos rurales/ parroquias periféricas no dispone de aceras, son de plataforma única y, en general, tienen una sección limitada”.
No mejora mucho la situación en el ámbito urbano, según este mismo documento, que incide en que “solo un 22,3 por ciento de las calles dispone de aceras, si bien un cinco por ciento son peatonales”. De hecho, otro ejemplo se encuentra en pleno centro, al pasar Castelao, en Alejandro Cerecedo, con aceras donde hay tramos donde es difícil el paso de dos personas. Sin entrar en el hecho de que una de ellas vaya con un carrito de bebé o de la compra. Son circunstancias que se dan a diario en diversos puntos del municipio arousano.
La normativa estatal, señala el PMUS, establece que un itinerario peatonal debe contar en todo su desarrollo con una anchura libre de paso no inferior a 1,80 metros, que garantice el giro, cruce y cambio de dirección de las personas “independientemente de sus características o modo de desplazamiento”. Solo excepcional, refleja el plan, en las zonas consolidadas urbanas, y en las condiciones previstas por la normativa autonómica, se permitirán estrechamientos puntuales, siempre que la anchura libre de paso resultante no sea inferior al metro y medio. En base a esto, y tal y como señala el PMUS, “en la actualidad, muchas calles presentan importantes deficiencias” ya que “no tienen una anchura adecuada de la banda peatonal libre de obstáculos, rebaje de bordillos en las aceras o pavimentos pododáctiles para facilitar la orientación”.
Otra de las cuestiones en las que incide el PMUS es en el aparcamiento, una “condición básica para desplazarse en coche”. En este sentido, en el documento se constata que no existe un inventario de estacionamientos y que hay “muchas plazas informales”, que suelen usar los conductores “sin que exista una delimitación que lo indique”. Una situación que se da sobre todo en el rural ya que, dice el PMUS, en la zonas urbanas consolidadas la delimitación es “más clara”. En total, existen unos 4.000 plazas en parkings y bolsas periféricas, de las cuales solo una cuarta parte es de pago.
“En definitiva, la escasa regulación del aparcamiento y la amplia oferta de plazas cerca del centro urbano, tanto en las calles como en aparcamientos agrupados, genera un efecto llamada” y la búsqueda de plaza “sin pago en el centro urbano genera mucho tráfico de agitación”. La alternativa del autobús no es muy viable. Y es que, se señala en el PMUS, “las líneas interurbanas tienen una frecuencia muy baja”, siendo más bien una oferta para “viajar” que para “desplazarse de forma cotidiana”, jugando el transporte público “un papel marginal” en la comarca de O Salnés.