El último ejemplo vivo del esplendor industrial vinculado al sector del mar en Vilaxoán está a punto de echar el cierre. La empresa Coinba, asentada en esta localidad vilagarciana desde hace siglo y medio, está abocada a su cierre inminente salvo que un comprador de última hora lo evite. Algo que, en todo caso, parece poco probable. Trabajadoras de la firma acompañadas de una portavoz sindical de la CIG comparecían de mañana a las puertas de la fábrica para certificar lo que –desde hace tiempo– es ya un secreto a voces. Desde el mes de noviembre están “man sobre man”, sin producción de trabajo y la empresa les adeuda varias nóminas. La situación no arrancó ya desde el principio. Fue en septiembre de 2020 cuando la firma Vinova –del empresario Eusebio Novás– cogía las riendas de la fábrica salvando los puestos de trabajo y después de un concurso de acreedores. “Os primeiros meses seguiuse traballando o bacalao, pero despois xa se pasou a produto conxelado como langostino ou atún”, explica la representante de la CIG, Mar Vila. La actividad fue languideciendo y muchos de los trabajadores –viendo que no había futuro– fueron dejando sus puestos de trabajo. Pasaron de ser alrededor de una treintena a una docena, que son los que continúan hoy. “O que buscan agora os que quedan é pechar este capítulo da súa vida laboral e seguir adiante”, declara Vila. De hecho son todas trabajadoras con una gran experiencia y con capacidad de diversificación.
La CIG indica que desde el momento en que Vinova tomó las riendas no hubo interés de aprovechar la marca
Desde la CIG trabajan en los expedientes para pedir la rescisión del contrato de las trabajadoras que todavía tienen una vinculación con la empresa. De las demandas que presentaron en los juzgados ya han ganado una, aunque no descartan tener que acudir al Fogasa para poder cobrar las indemnizaciones que el juez ha impuesto a la empresa y que esta no ha pagado. Los trámites burocráticos para el personal que está como fijo discontinuo es “máis complexo”, pero esperan que las resoluciones también sean positivas para la plantilla. “O que queren é poder desvincularse, cobrar o paro e poder pechar este capítulo xa”, manifiesta Mar Vila.
Ahora en Coinba solo quedan alrededor de seis personas en lo que es la parte de producción y unas cuatro en las oficinas de la firma. La portavoz sindical indica que desde la empresa “non se puxo esforzo por revitalizar ou aproveitar a marca, que tiña un bo posicionamento no mercado”. De hecho aseguran que los trabajadores de las oficinas “traballaron para non perder a clientela e para que se puidese seguir operando, pero o certo é que a falta de traballo xa foi moi notable dende o mes de novembro”. Al no haber carga laboral, además de incumplirse el convenio, la agonía no ha hecho más que prolongarse.
El último reducto industrial de un Vilaxoán que pasó del esplendor económico al abandono |
“Esta comarca non pode permitirse perder nin unha sola industria máis nin tampouco nin un solo emprego neste sector”. Así de tajante se mostraba la sindicalista Mar Vila a las puertas de Coinba, después de anunciar un futuro aciago para la factoría vilaxoanesa. La empresa desembarcaba en esta próspera localidad vilagarciana hace siglo y medio para trabajar la sardina y fue en los años 60 del siglo pasado cuando se pasó al bacalao de salazón. Su agonía y posible desaparición se suma a otras que ya firmaron capítulos de la muerte industrial en Vilaxoán en años pasados. Primero fue Peña-Alfageme y más tarde sería Cuca, con la marcha de toda la producción a la planta de Bolton Group en O Grove. La fachada marítima que en otros momentos observaba la llegada de cientos de trabajadoras de la industria conservera y del mar a la localidad es ahora una sucesión de naves abandonadas, sin actividad. Eso sí, todas con suelo calificado como industrial y que –para poder dedicarlo a otros fines– tendría que pasar por una modificación urbanística. Un paso que, en todo caso, ya depende de varias administraciones. |
Tampoco tienen claro desde la parte sindical que se hayan subsanado los expedientes exigidos por Inspección de Sanidade en la factoría y que, hace ya más de cinco años, provocaron también el cese de la actividad y que los empleos pendiesen de un hilo.
La parte social apunta a que la empresa solo da la callada por respuesta cuando piden información
Ahora la situación parece solo pendiente de lo que resuelvan los juzgados –más tarde o más temprano– y también Inspección de Trabajo que, según la CIG, “deunos a razón xa en máis dunha ocasión”.
El declive de la empresa empezó a finales de 2019 cuando la anterior propietaria comunicaba a la parte social el concurso de acreedores. Empezaba así un periplo en el que las cuentas se bloquearon y las trabajadores estuvieron un tiempo sin cobrar. Cuando todo parecía que iba a culminar en el cierre de las instalaciones apareció la empresa Vinova para hacerse cargo de la misma y, además, de los propios trabajadores, que recibían la noticia con alegría a las puertas de la factoría. El mismo lugar en el que se presentaban ahora, pero con unas noticias más aciagas, dado que todo parece indicar que Coinba no volverá a despegar.