Reportaje | Un capo de los 90 que nunca llegó a retirarse del negocio

Reportaje | Un capo de los 90 que nunca llegó a retirarse del negocio
El capo cambadés “Sito Miñanco” durante uno de los juicios en los que tuvo que responder | efe

La Ría de Arousa fue el escenario en el que Prado Bugallo dejó de ser un marinero más para convertirse en uno de los capos más temidos, pero también más admirados, durante la década de los 80 y los 90. Su destreza con las planeadoras le llevó primero al contrabando de tabaco y, al poco, a codearse con el cártel colombiano.
En aquella época, fijó su residencia oficial en Panamá, donde también echó raíces sentimentales y logró protección política del presidente Noriega, al que financió su campaña. Fueron sus continuos viajes los que acabaron por dar con sus huesos en la cárcel. La primera vez que cayó fue por tabaco. La siguiente, ya por cocaína, llegaría en 1991, en una operación dirigida por Baltasar Garzón, contra el que “Miñanco” emprendería una batalla legal por anular las escuchas. Aún le quedarían dos arrestos más y largos periodos entre rejas. En 2015, la Audiencia Nacional concedía la condicional a “Miñanco”, pero prohibía expresamente que regresase a Galicia.
“Sito” cambió su Cambados natal, donde llegó a presidir el equipo de fútbol local, por Algeciras. Pero se acostumbró a las nuevas aguas e incluso consiguió dominarlas, como muestra el hecho de que de nuevo haya sido detenido por un cargamento en el mar. “Miñanco” cayó con buena parte de su equipo, incluida una de sus hijas, abogada de profesión.
Nuevas generaciones
La otra cara de la moneda la pone David Pérez Lago, representante de las nuevas generaciones de narcotraficantes, que se caracterizan por un perfil mucho más discreto que sus predecesores. El vilagarciano, hijastro de Laureano Oubiña, salió de la cárcel en enero de 2014, tras cumplir en prisión preventiva la mayor parte de una condena que supo negociar con el fiscal.

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