Doce horas antes de que acabase el año, miles de personas se congregaron en la Praza de Ravella, como ya marca la tradición vilagarciana, para tomar las uvas al son de las campanadas del Concello. La fiesta comenzó una hora antes de la mano de un DJ que se encargó de animar el ambiente con toda clase de música en la que por supuesto no faltaron los villancicos. Las uvas y los lacasitos se comieron a golpe de campanadas, pese a que el sonido impidió en algunos momentos escucharlas con nitidez