Juan Luis Moraza, en el MAC

Juan Luis Moraza ( Vitoria, 1960), profesor de escultura de la Facultad de Bellas Ares de Pontevedra. ofrece en el Museo de Fenosa la muestra “Trabajo absoluto”, la cual  constituye una reflexión y un viaje por las complejidades sígnicas y simbólicas del universo humano, a través del hilo conductor del trabajo; una noción que hay que entender aquí en un sentido amplio, no sólo como ocupación del homo faber dedicado a la manufacturación, sino –como él mismo aclara– “aplicada indistintamente a cualquier aspecto de nuestra existencia: trabajamos las emociones, trabajamos nuestro cuerpo, nuestras relaciones, nuestras formas de descanso, nuestra imagen y nuestro futuro”. 
Tal vez, por ello, la muestra, que tiene siete capítulos, se inicia en el amplio hall  del Mac  con un laberíntico despliegue de cuerdas deshilachadas que recuerda los circuitos neuronales; este Tug of work inicial ya habla claramente de las relaciones inevitables que nos atan o nos unen a una cadena de aconteceres, en la que somos, a un tiempo, sujetos y objetos; a veces, ese entramado de hilos se afloja, se torna frágil, otras veces se engrosa y adensa. Entramos luego al capítulo II: Erosis (neologismo formado por la fusión de Eros y erosión), en el que se habla de atracción y desgaste, por medio de una doble  metáfora de troncos o tizones quemados y de enormes tizas de yeso que se yerguen como columnas fálicas, cuyas puntas rebajadas por el uso han tomado una forma poliédrica, ellas han servido para llenar de nerviosa escritura, también laberíntica e ilegible, varias pizarras; así se escribe la vida, así se queman nuestros sueños . El  capítulo III nos adentra en el tiempo, a través de un calendario de 365 días que son siempre 1 de mayo, lo que hace del trabajo conmemoración y  disfrute, pero también aprendizaje diario de su inapreciable valor, el cual es subrayado por otros tantos aforismos, como “Todo lo que trabaja resiste”; “ Trabajar es hacer nacer”, “Sólo los imbéciles no trabajan nunca”, “Quien ama su trabajo jamás se siente solo”... De aquí accedemos a la república o res-pública, a la cosa pública, representada por  mesas electorales, papeletas, cascos de obreros iluminados como las  coronas de los santos y seis esculturas de mármol, con formas de tuerca, que recuerdan  peones de ajedrez. El capítulo V, Software es una instalación de herramientas varias que hablan, por ausencia, de los obreros que las manipulan y de los programas a que estos se ven sometidos.. La etapa VI, Anormatividad, propone,  por medio de un lúdico  y colorido montaje de reglas de plástico deformadas que descansan sobre un plano  de espejos, la  no sujeción a  normas comunes. La fiesta como oficio, entre cintas de señalización, guirnaldas y lucerío que recuerda las verbenas populares, pone broche a este recorrido, proclamando  que la mejor de las fiestas es el trabajo del arte. Rigor conceptual y formal preside esta muestra, cuyo único pero es ¿ y la emoción?

Juan Luis Moraza, en el MAC

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