Hay que reconocer que Abel Caballero ha creado escuela. Son muchos los regidores gallegos que se están rascando el bolsillo intentando mejorar la iluminación navideña y, si es posible, sumarse a esa fiebre que recorre el país y que ha conseguido que la mayoría de los hoteles de la ciudad olívica hayan ya colgado el cartel de completos a cuenta del encendido de los millones de leds. El problema es que regidores como Caballero solo hay uno. ¿Quién es capaz de salir ante los medios de comunicación y asegurar que en Nueva York y Londres tiemblan ante la iluminación viguesa? Pues, una de dos, o un hombre que ha perdido la cabeza o la persona que ha conseguido que una ciudad como Vigo haya recuperado su orgullo urbano, algo que parecía perdido. Está claro que Vigo son mucho más que sus luces, lo que ya no lo está tanto es si sería lo mismo, a estas alturas, sin su Abel Caballero.