La herida sigue abierta

En política, más pronto que tarde, lo que parece acaba siendo. Y lo que parece es que Pedro Sánchez no ha dado con la tecla capaz de restaurar la armonía y la unidad en el seno del PSOE. En la llamada Escuela de Buen Gobierno, concebida diez meses después de las elecciones primarias para transmitir una imagen de unidad –“recomponer la unidad” era la expresión oficial– resulta que lo que más llama la atención y están resaltando los medios son las ausencias.
Empezando por la de Felipe González, todavía el mejor referente político que puede presentar esta partido ante la opinión pública. Tampoco asistió Pérez Rubalcaba, exsecretario general; ni los presidentes socialistas de comunidades autónomas Javier Fernández o Ximo Puig. En la presentación del evento el secretario de Organización, José Luis Ávalos, no era capaz de despejar la duda de sí podrían contar con Susana Díaz, presidenta de Andalucía. Participaron Joaquín Almunia, exsecretario general, y también Javier Solana, el que fuera ministrocon González y culminó su carrera como secretario general de la OTAN.
Rodríguez Zapatero, último presidente socialista del Gobierno, abrió las sesiones de este encuentro con una ponencia cuyo título “Socialismo es democracia. Negociaciones políticas” suena a ironía a la vista de las numerosas críticas que ha recibido por su forma de actuar como mediador en la crisis por la que atraviesa Venezuela. La oposición democrática al chavismo le acusó de estar del lado de Nicolás Maduro. Muy en su línea (“La tierra no pertenece a nadie, salvo al viento”) dejó Zapatero una receta política para cuya aplicación desde Ferraz tendrán que reclamar el concurso de algún arquitecto. Según su parecer, el PSOE requiere un discurso de profundidad que se dirija al interés general. “No es un problema horizontal, sino vertical, de profundidad, de debate y de discurso”. Con semejante aportación es seguro que Pedro Sánchez ya tiene más que despejado el camino que lleva a La Moncloa.
En fin, en sí mismo el evento era una buena idea que se revela fallida ante las reticencias que genera la línea política marcada por la dirección del partido. Las encuestas desvelan que son muchos los votantes socialistas que no se reconocen en el PSOE de hoy. Quizá porque como subrayaba eel eurodiputado Ramón Jáuregui: “Si nuestra estrategia es disputar el voto a la izquierda y no ganar el centro, perderemos el liderazgo de la alternativa y dejaremos de ser un partido de mayorías”.
A la vista de las muy significadas ausencias la improvisada Escuela queda reducida a una escala de menor rango político. En el seno del PSOE la herida sigue abierta.

La herida sigue abierta

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