Margarita Robles, biministra

que Margarita Robles, ministra de Defensa en funciones se encuentra entre los integrantes del Consejo de Ministros más competentes y honrados con ‘su’ verdad, no me cabe la menor duda. Es una de las figuras que menor desgaste ha sufrido en este año y medio de Gobierno tras la moción de censura. Ahora, el dedo veleta de Pedro Sánchez la convierte también en ministra de Exteriores (igualmente en funciones), sustituyendo a Josep Borrell, que se nos va este domingo a ocupar altos destinos en la ‘nueva’ Unión Europea comandada por Ursula von der Leyen.
Siento, la verdad, perder a Borrell, con todos sus claroscuros anímicos. Hubiese sido un bastante convincente sustituto de Pedro Sánchez, aunque algunos socialistas ‘de peso’, en discusiones privadas, sé que dijeron que tenía “demasiada edad” para aspirar a la presidencia del Gobierno (será que no han calibrado la gerontocracia en Estados Unidos, por ejemplo). No estoy seguro de que haya sido el mejor jefe de la diplomacia española, porque la verdad es que el ‘procés’ catalán, con toda la injusticia que acarrea para la imagen de la ‘marca España’, ha hecho perder bastantes enteros a nuestro país en el plano internacional.
Y no digamos ya los efectos de la inestabilidad política: resulta sorprendente a estas alturas leer, por ejemplo, que el titular de Fomento, José Luis Ábalos, se ha ido a Londres a echar una mano a las empresas españolas de la construcción, apuradas por el Brexit. Hasta ahora, estábamos acostumbrados a ver al titular de una cartera tan importante enfrascado en negociaciones para lograr formar un Gobierno estable, cubriéndole las espaldas a su jefe Sánchez o dando ruedas de prensa en la sede de Ferraz. Pero de titular de Fomento –cuántas carreteras esperan su turno, cuántas cosas–, nada. E insisto en que se trata apenas de un ejemplo: hay más.
Pues eso es lo que digo: cuando, sin ir más lejos, Defensa y Exteriores advierten del riesgo que corren los españoles en el Sahara de sufrir un atentado yihadista es cuando percibimos la importancia de consolidar ministerios estables, plenamente dedicados a lo suyo. Y lo mismo cabe decir de los servicios de inteligencia, dependientes de Defensa e igualmente en situación de interinidad. Eso, para no hablar de la brecha abierta entre el Ejecutivo y la Jefatura del Estado al rechazar la Casa Real que el Rey viaje a Argentina a la toma de posesión del nuevo presidente, el peronista y ‘kirchnerista’ Fernández. Entre otras cosas, porque Felipe VI debe comenzar, precisamente esos días -a partir del 10- sus consultas para la investidura, o no, de Pedro Sánchez. Gran follón.
¿Cabe atribuir tanta responsabilidad a una sola persona, estando el mundo como está, con próximos encuentros que incluyen la presencia de treinta jefes de Estado o de Gobierno en España con motivo de la ‘cumbre’ del clima en Madrid? Insisto en mi inmejorable valoración de las cualidades de la a partir de mañana biministra Robles. Pero lo cierto es que su designación es una muestra del caos en el que el actual Ejecutivo, embebido en sus negociaciones –no sé si imposibles– con Esquerra Republicana de Catalunya se halla inmerso. En fin, continuará, me temo.

Margarita Robles, biministra

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