Numerosos y en tropel

En el pluriestatismo se funda la vana esperanza de los pueblos colmados de aparato institucional, los de familia numerosa, a decir del dictador, para conceder a los fértiles progenitores una sarta de dudosas mejoras sociales con las que premiar su indolente aportación humana a la maquinaria social. 

Eran, entonces, numerosas las familias y pequeño el estado, tanto que cabía su gesto de infinita indiferencia social en la enorme sombra de un pequeño tipo de Ferrol. Esto era un centro de reclutamiento e instrucción, numeroso y siempre en tropel, en el que no cabían las deudas y a los alcaldes, como a los padres, los nombraba el general y los tutelaba incivil el gobernador civil. Hoy, civilizados y demócratas, los numerosos son los estados y escuetas como dictaduras las familias, y a los alcaldes los elige el pueblo, siempre uno y siempre en tropel.  

Los alcaldes son los únicos animales políticos que pastan libres; magras alas presupuestarias las de estos cabezas de familia a los que ha vuelto los ojos este gobierno progresista, numeroso y en tropel. Una veintena de miles de millones de euros que a la fuerza atesoraban para pagar deuda  y que el ejecutivo les exige para después inyectárselo a sus insaciables socios, y lo que reste, a las diputaciones, y estas dispendiosas y sectarias bestias a los de su cuerda. Ese es nuestro virus y de esa calaña la sanidad de estos estados sin otra idea que la de confinar y conformar.

Numerosos y en tropel

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