Galicia nos espera

agosto era el “padre” de todas las fiestas y romerías en las que las ciudades, las villas y las parroquias mostraban su aspecto más animado y alegre. Al pie de las ermitas y santuarios o en celebraciones civiles tenían lugar encuentros emocionados y diálogos fecundos en gratas reuniones familiares y sociales en medio del bullicio general. Pero llegó la pandemia y cerró los campos de las fiestas para preservar la salud de las poblaciones, cierre razonable aunque deja a Galicia sin una de sus señas de identidad. 
Ahora bien, el virus nos quita las fiestas, pero no nos arrebata los atractivos permanentes de nuestro país que en palabras de Rosalía, “é un xardin donde se respiran aromas puros, frescura e poesía” que Castroviejo describió como “un encantador parque de atracciones” que invita a ser recorrido con ojos bien abiertos y la mente porosa para  gozar del paisaje, de la cultura que irradia su monumentalidad y de la gastronomía que satisface los paladares más exquisitos.
Por tanto, una vez que las orquestas guardaron sus instrumentos y el silencio se apoderó de las noches gallegas es la hora de saborear el placer de ejercer de turista en esta tierra. Primero en nuestras ciudades que merecen ser paseadas calmosamente para admirar viejos edificios y monumentos en los que nunca habíamos reparado, para deambular por sus calles llenas de vida y para descubrir rincones desconocidos.
Después procede dar el salto al resto de Galicia -el conselleiro de Cultura acaba de presentar la campaña “Galicia, destino seguro”- que es la asignatura pendiente de los gallegos que con frecuencia recalamos en destinos lejanos y somos abducidos por “bisutería” mientras dejamos de disfrutar del “metal precioso” de la riqueza paisajística y patrimonial que tenemos a nuestro lado. 
Hace meses que periódicos de ámbito nacional vienen informando a sus lectores de la belleza singular de esta tierra que tiene “los cascos antiguos más impresionantes de las ciudades españolas”, calles entre las más bonitas de España, las puestas de sol más espectaculares y espacios singulares como As Fragas do Eume, A Ribeira Sacra, A Costa da Morte, As Rías Altas y Baixas, las Illas Atlánticas… Y tiene “senderos azules”, rutas alejadas del bullicio urbano, una inmersión en el paisaje como alternativa al turismo de asfalto.  
El coronavirus es la disculpa perfecta para emprender viajes de proximidad al encuentro del patrimonio cultural e histórico, de espacios prodigiosos, playas recónditas, cabos salvajes, islas… y todo lo que podamos imaginar. 
Una belleza sin igual que, inmersos en nuestros pensamientos o embelesados por el móvil, no captamos a diario. Ahora es el momento, Galicia nos espera.

Galicia nos espera

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