Sinvergüenzas, corruptos, especuladores

Hay situaciones y circunstancias cotidianas que nos demuestran, sin lugar a dudas, de que vivimos en una sociedad deshumanizada, sin escrúpulos y carente de la ética más elemental. 

Todo vale, el fin justifica los medios, con tal de obtener el beneficio y objetivo deseado. La honradez y la humildad están en fase de extinción en una sociedad cada vez más injusta, intolerante, inhumana e insolidaria 

No venden las personas educadas, trabajadoras y con valores; los sinvergüenzas, corruptos y especuladores son los personajes a imitar por las nuevas generaciones. 

No importa como se obtengan los beneficios económicos y los bienes materiales: narcotráfico, corrupción, estafa, fraude fiscal, especulación, economía sumergida…, lo interesante es tener el dinero suficiente para vivir, más o menos bien, el tiempo necesario, haciendo buena la frase “comamos y bebamos que mañana moriremos”.

Utilizamos incluso a familiares, amigos o compañeros de trabajo para nuestro propio bienestar personal, ya no tenemos ningún tipo de remordimiento porque consideramos que todo lo que hagamos, mejor o peor, justifica el fin deseado. 

Que podemos vivir sin pegar palo al agua, gracias a una buena herencia, una lotería, el peloteo al político de turno, especulando o utilizando la usura a costa de los más débiles de la sociedad, todo está justificado y, si además somos creyentes, ya nos encargaremos de pedir perdón en el confesionario de la capilla más cercana.

Luego cuando estamos en tertulias de café, de manera hipócrita, somos los primeros en criticar a los responsables públicos por los numerosos casos de corrupción y enriquecimiento ilícito a costa del interés general. 

Se nos llena la boca de adjetivos descalificativos e insultos constantes hacia estos personajes públicos sin percatarnos de que actúan como lo haríamos nosotros, si tuviésemos esos mismos privilegios y oportunidades.

Sinvergüenzas, corruptos, especuladores

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