¿Acatar o atacar?

e convierte ya en un sonsonete sin valor alguno. Nosotros acatamos, repiten, pero en el fondo atacan lo que no les gusta. Y en eso la derecha, bueno las tres derechas, jaleadas por sus medios afines insisten en el mismo  argumento: ojo, que viene el lobo. 
Nuestro particular Roberto Alcázar del siglo XXI sigue con su cuento, al igual que el de los tebeos con el arrojado Pedrín, por el bien de España, la Religión católica y el destino en lo universal prietas las filas. 
A veces, y desde el mismo papel un político, apartado por un juez y los ciudadanos de las listas electorales, enseña a su grey el camino de la salvación de España. No acatan que hay una mayoría progresista en el parlamento –que es el espejo de la ciudadanía que vota– como pudo verse en varias ocasiones. 
Tampoco acatan la Constitución, que consagra la España diversa a través de las autonomías. Cuestionan las instituciones y cargan contra la identidad territorial. Andan preocupados, más bien cabreados, por el retrato que nos muestra desde las pasadas elecciones con 17 partidos. 
No acatan, sino que atacan lo que hay. Lo que es. Y enredarse soñando otra realidad española es, por un lado, despreciar a una serie de pueblos, de vecinos de esos pueblos, y por otro repartir odios y fobias ante los que son diferentes. 
Y entre la melancolía y las rabietas pierden el norte, esperemos que también pierdan apoyos, y convulsionan  el país al que dividen entre buenos y malos.
Y mientras tanto nadie –nada por aquí, nada por allá– quedan en el olvido  los problemas reales y los avisos que nos trae el futuro Ahora ya Sanidad y  Educación, con el problema de la vivienda, la precariedad laboral, el envejecimiento de la población. 
Y para un futuro que está a la vuelta de la esquina los que hoy son solo avisos sobre el cambio climático, la robotización, los avances de las nuevas tecnologías en la llamada era digital, la España vaciada o vacía que pide igualdad en los servicios, etc.   
Y algunos, metiéndose en jardines ajenos,  se olvidan de cuidar su prado. Y ahí tenemos a Feijóo manteniendo el tipo ante las quejas de médicos  y sanitarios desdiciéndose de lo dicho (en la SER pudimos escuchar esta semana, unas declaraciones suyas apoyando el centro médico de Verín) pero eso no es nada nuevo. El caso es que hay una tropa que ni acatan  ni comprenden lo que pasa.    

¿Acatar o atacar?

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