De ineptos, oportunistas y otras lacras

ún me dura el cabreo tras aguantar el martes la sesión del Parlamento –de tres de la tarde a dos de la madrugada– donde se aprobó la prórroga que ahora de confinamiento que ahora “disfrutamos”, pues aquello fue el retrato de lo que padecemos desde que la derecha perdió el poder. 
Y esas grescas llegan a la calle donde unos cuantos impresentables llenan las redes de mentiras, exageraciones y mala fe. Una epidemia de bulos que, desmentidos por la realidad, quedan ahí encabronando al personal que bastante tiene con el coronavirus. Una auténtica lacra a la que debemos añadir la codicia de otros sinvergüenzas.  Algunas referencias: el precio de las mascarillas llega a 27 euros cuando antes no superaban los 4. Los guantes, la caja de 22 unidades se despacha a 22, cuando jamás superó los 5,85 y el gel especial de 0,85 ya cuesta 5,85. Algunos de estos artículos, con el paso de los días, alcanzaron un mil por cien. Si no se vigilan los comportamientos ante esas conductas delictivas que han convertido los presupuestos públicos en cotos de caza y botín en un drama social. 
El número de fallecidos en las residencias para mayores es otra prueba de la negligencia de nuestras autoridades, tan presurosas a solicitar transferencias, son incapaces de servir a la ciudadanía. Ahora se apresuran a ir a los mercados –una jungla de bribones– para ganar la “guerra” del avituallamiento pagando sobreprecios para poder echar pecho y competir con otros. Un dinero que no emplearon en su tiempo para cuidar la sanidad pública. Aquí, según cifras contrastables, desde el 2009 los recortes se llevaron mil millones. Y el número de profesionales, y la precarización de muchos de ellos, por no hablar de la externalización de muchos servicios en beneficio del sector privado. Por cierto: esos centros privados están reduciendo personal. 
En cuanto a las residencias de mayores la situación no es mejor. Los trabajadores y la federación de asociaciones de familiares y usuarios llevan tiempo quejándose de los grupos empresariales que gestionan muchos de esos centros. Desde los servicios que se prestan a la escasez de personal. Unas denuncias que son recurrentes ante el departamento de Política Social. 
Hay quien dice que las reclamaciones habrá que hacerlas luego, cuando esto pase. Es al revés: ahora es cuando se mide a los políticos y sus políticas. Y es ahora cuando la sociedad que reconoce a sus héroes tiene pleno derecho a criticar a quienes tan mal nos administran.

De ineptos, oportunistas y otras lacras

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