Operación rescate

Aestas alturas de la semana, seguir hablando de la derrota del Dépor en el Bernabéu, no conduce a nada. Había la ilusión de sorprender a un Madrid, que tampoco estaba para echar cohetes y acabó despertando ante el equipo coruñés. Suele ocurrir. Pensar en un resultado positivo era de ilusos pero en el fútbol todo puede ocurrir y con esas nos fuimos a Madrid. Igual que mi hijo Pablo y mi nieto Diego, de seis años. Ellos fueron testigos del choque desde una grada donde, por su altura, seguro que anidan las cigüeñas.
Sus sensaciones se las pueden imaginar a pesar de la ilusión que llevaban para ver de cerca a su, a su Deportivo del que sufren por su lejanía con A Coruña todos sus contratiempos. “Yo no vuelvo”, me espeta Pablo para añadir que vio muy poca gente de A Coruña, incidiendo en que “los pocos que éramos nos animábamos diciéndonos ‘venga que hoy sumamos’. Los deportivistas que nos saludábamos en Concha Espina –reconoce– no albergábamos mucha esperanza. Este equipo no nos hace creer. No engancha y resulta frustrante. Eso sí –zanja– la sensación de ver a tu equipo fuera de casa es orgásmica aunque al final todo se quede en un simple ‘coito interruptus’”.
Está claro que este Deportivo no invita a soñar. Se encajaron siete goles como bien pudieron ser doce de no mediar la magnífica actuación de Rubén. Ahora todo se centra en salir del pozo ganando mañana al Levante en Riazor. Sin embargo, el ambiente está viciado e incluso irrespirable hasta tal punto que Cristóbal tuvo sus más y sus menos con Çolak por su presumible falta de interés en un entrenamiento.
Son, seguro, las consecuencias de tener pocos minutos de protagonismo. Y después llegan los nuevos fichajes ,de los que siempre recelo y que son la demostración de que se ha fracasado con la actual plantilla. Luego están los resultados con un dato escalofriante. Desde que llegó Cristóbal, solo se ganó una vez en Riazor. Es ridículo. Ahora se dice que comienza otra Liga. La Liga del Dépor. Y esto me confunde. ¿Estaríamos jugando en la Premier?