El cultivo del olivo ha llegado al agro de Sanxenxo pisando fuerte y con muchas posibilidades de prosperar en un sector en el que la diversificación parecía una utopía y donde la vid, hasta ahora, centra la mayor parte de los esfuerzos en el campo.
Su rentabilidad y su reducido mantenimiento están seduciendo a varios vecinos del municipio en zonas como Noalla y Vilalonga. Carlos Pérez es uno de ellos y lo tiene claro: “Cambiaré mi producción de albariño por la del olivo”. En apenas un año cuenta ya con 1.800 plantas de oliva arbequina en distintas parcelas de Noalla y su intención es alcanzar las 5.000 plantas. “Los principales acuerdos se están firmando con Aceites Abril, pero también con una empresa de Quiroga”, explica. Carlos Pérez reconoce que la planta alcanza su pleno rendimiento a los cinco años, pero en un año algunos olivos ya han comenzado a dar fruto. “El precio medio por kilo de oliva que están pagando es de un euro. La empresa se encarga luego del proceso de elaboración del aceite”, apunta.
Las cuentas a realizar no son complicadas al igual que su mantenimiento. “La producción de una planta al año es de 10 o 12 kilos y cada litro de aceite se consigue con cinco kilos de olivas. mi objetivo es alcanzar una producción de 55.000 kilos anuales”, indica Carlos Pérez.
El otro atractivo de este cultivo, explica este vecino de Noalla, es su mantenimiento y su escasa inversión. “Se le realizan dos tratamientos de sulfato de cobre al año y hay que contar con cordel y cañas de bambú. Nada más”, señala.
La planta de oliva arbequina no alcanza los dos euros y encuentra en terrenos como Noalla, Vilalonga e incluso Meaño buenos aliados para su producción. “En Simes (Meaño) está una de las primeras producciones de oliva arbequina de O Salnés. Lo único que necesita es un terreno que no se encharque y en la Galicia alta hay muchos con estas características”, señala.
¿Pero por qué la variedad arbequina y no la oliva gallega? Los productores apuestan por la arbequina porque es muy estable y regular en su producción, sin grandes oscilaciones de un año para otro. El aceite de arbequina tiene sabor a hierba fresca y por el clima y los suelos esos matices aún están más pronunciados. El problema de la variedad “oliveira galega” es que tiene dificultad de enraizamiento y presenta bastantes oscilaciones de producción entre años.
Cada vez son más las comunidades de montes y particulares que se deciden a hacer plantaciones de olivos ante los bajos precios de la madera y a los altos precios del “oro verde”. Su llegada se remonta a la época de los romanos, que lo introdujeron en la Ribeira Sacra, y fue con los Reyes Católicos, en el siglo XV, cuando se estableció un impuesto de cuatro reales por olivo que los fue condenando a la tala y a su casi total desaparición del paisaje.