Ministros que sobran

Pedro Sánchez no aprovechó la salida “forzosa” de Salvador Illa para hacer un cambio de gobierno en serio, o en serie, es decir, para quitar a los ministros que han demostrado que no sirven y poner a otros que, al menos teóricamente, pudieran afrontar, con alguna garantía de conocimientos y de experiencia, la etapa de reconstrucción nacional que tiene que venir después de la pandemia. Cierto que lo de conocimientos y experiencia habría que habérselo pedido en el Gobierno que tenemos y en el cambio que acaba de hacer. Ni bastantes de los que siguen tienen eso que exige la ley, ni Darías o Iceta están donde están por lo que saben de Sanidad o de Política Territorial sino por intereses de partido. O de Sánchez.

Dicho eso, y deseando que acierten en lo que les compete ahora, por lo que nos va a tocar sufrir a nosotros, hay otros ministros que ni están ni se les espera. Dos de los más significativos son el ministro de Universidades, Manuel Castells, que está pasando por el Ministerio sin tocarlo, y otro el de Investigación, Pedro Duque que, teniendo una oportunidad de hacerse presente en esta pandemia para reclamar el papel esencial que debe tener la investigación y acercar la ciencia a los ciudadanos, está, por decirlo suavemente, desaparecido. Castells, que ha encendido a las Universidades privadas con un decreto de creación de nuevas Universidades y reconocimiento de las antiguas, que más que pretender regularlas y levantar el nivel de todas ellas, quiere reducirlas y en la medida de lo posible, eliminarlas. Pero más que eso lo que ha encrespado a los rectores, es que, después de defender los exámenes presenciales en la Universidad, hizo público en su cuenta de Twiter un comunicado en el que cambiaba de opinión, defendía los exámenes telemáticos y emplazaba a las Universidades a cumplir con esa modalidad porque “para eso habían recibido Fondos Covid”.

Este ministro de Universidades ha reconocido que no sabe si la Universidad y los universitarios tienen los medios indispensables para asumir la modalidad online, pero eso no le importa. Son muchos los que piensan que no. El rector de la Universidad Oberta de Cataluña, una de las mejores y más experimentadas en este terreno, dice que “lo que hacen las Universidades no se puede llamar educación online” y estoy seguro de que de eso sabe mucho más que el ministro, lo que, por otra parte, no es difícil. Después de un curso casi perdido, con clases online de escasa calidad y efectividad, y de otro que va por el mismo camino, abrir la puerta a exámenes online, con bajas garantías de seguridad y de control, es devaluar aún más no solo a varias promociones de graduados sino a la propia Universidad.

Ministros que sobran

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