Vivir con el alzheimer: la lucha para que los recuerdos no se apaguen

Vivir con el alzheimer: la lucha para que los recuerdos no se apaguen
En la sede de Afasal, en la casa de Doutor Carús, se realizan los talleres y las actividades | gonzalo salgado

En la casa de Doutor Carús, en pleno corazón de Trabanca Badiña, la asociación Afasal lucha todos los días para que la memoria de sus socios no se apague. Es allí donde la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer tiene su sede y donde se llevan a cabo las diferentes actividades para aquellas personas que fueron diagnosticadas de la enfermedad del olvido.

La presidenta de la entidad, Ana Granja, incide en que a día de hoy son alrededor de 250 los socios con los que cuenta Afasal. “Llevamos años más o menos en esa cifra. La mayoría son personas de Vilagarcía, aunque también tenemos de otros ayuntamientos de la comarca de O Salnés”, explica. Y es que, apunta, para poder acceder a los talleres y a las actividades que se dispensan en Doutor Carús es obligatorio ser socio de la entidad.

“Es casi tan importante cuidar al cuidador como al enfermo. Es un proceso muy doloroso y que cuesta asumir”

Son entre 15 y 16 las personas que acuden habitualmente a los talleres que se llevan a cabo en Afasal. “El número puede variar dependiendo de los días, porque son los familiares los que deciden cuantos días vienen a la semana los usuarios. Algunos vienen tres días y otros dos. Todo depende”, explica Granja.

Eso sí. Las actividades que se ofrecen se dividen en dos grupos, dependiendo del grado de desarrollo de esta enfermedad.

“Lo que proporcionamos son talleres que buscan retrasar en la medida de lo posible el momento en el que los usuarios no pueden valerse por si mismos. Se ponen en marcha tareas de desarrollo cognitivo, puzzles, actividades de psicomotricidad o tareas como abrochar y desabrochar botones o jugar a la pelota”, explica Granja.

Para ello cuentan con personal en las dependencias de Trabanca Badiña. Una trabajadora social y una monitora de talleres se suman a la conductora que lleva a cabo los traslados de los usuarios desde sus viviendas a la sede.

El papel con las familias

Lo que sí destaca Ana Granja es que el alzhéimer es una enfermedad que no solo afecta al paciente, sino también a la familia. “Es un proceso muy doloroso desde el principio, desde el momento en que te dan el diagnóstico sabes como se va a ir desarrollando la enfermedad. Sabes que vas a tener aí a tu padre o a tu madre, pero es como si no estuvieran, porque no van a recordar absolutamente nada ni te van a reconocer. Al principio cuesta”, reconoce la presidenta de Afasal. De hecho apunta que la asociación realiza también una importante tarea con los familiares de los enfermos. “Es casi tan importante o más el cuidar al cuidador. De repente los familiares se encuentran con reacciones inesperadas y hay que saber afrontarlas”. Afasal visibiliza una enfermedad del olvido y ayuda a retrasar al máximo su avance.

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