El nombre de la familia ribeirense Martínez Rodríguez y su HMR Talleres El Nervión quedará inmortalizado en una céntrica calle de la capital barbanzana. Así lo acordó la corporación municipal, que dio su unánime respaldo a la propuesta de la Alcaldía en ese sentido y que impulsó el presidente del Centro Recreativo de Artes, Manuel Reiriz, y fue respaldada por la adhesión de otras 35 entidades de la localidad. El objetivo es que, lo antes posible, se haga realidad ese acuerdo en un acto público de inauguración de ese nuevo espacio público “de memoria, honra e recoñecemento” a esa familia y su empresa, que fue definida como “un exemplo de bo facer, de avance, de progresión e de inclusión na vida social do municipio”.
La pretensión inicial era que ese lugar fuese la plaza en la que se ubicó el último inmueble de la empresa, la conocida como anexo a Uxío Novoneyra, además de que los impulsores entendían que supondría un menor trastorno para negocios y vecinos afectados en el cambio de dirección al ser pocos los residentes. Pero, en ese sentido, finalmente prosperó una enmienda del PSOE, que también fue del agrado de los promotores del homenaje, y que consiste en que ese espacio público sea la calle transversal que comunica los viales Mariño de Rivera y Canarias, “por ter estado enfronte ao último edificio da empresa”, y por entender que no supone trastorno alguno ni a empresas ni vecinos radicados en ella, ya que se trata de una calle de nueva apertura y que no tiene nombre oficial.
“Feito histórico”
El principal impulsor de esta iniciativa sostiene que el caso de Talleres El Nervión y la familia Martínez Rodríguez es un claro ejemplo del “feito histórico que se produce nun lugar, marcando a unha xeración e trascendendo ás seguintes chegando á actualidade co recoñecemento público e xeral por parte da cidadanía debido a numerosos méritos”, como lo demostró que contase con una amplia adhesión social y el respaldo unánime de la corporación local. Reiriz añadió que la empresa destacó en el pasado reciente de Ribeira como “exemplo de traballo, entrega, solidariedade, innovación e desenvolvemento industrial, social e, incluso, formativo dunha Ribeira próspera que a levou a converterse na capital da bisbarra, no primeiro porto de baixura de Europa e nun municipio económicamente forte, á vez que socialmente desenrolado”, matizó. También destacó su implicación social, siendo un referente en la colaboración con instituciones caritativas del pueblo, en aportaciones económicas a las fiestas -su camioneta “La Violeta” incluso participó en el desfile de San Cristóbal-, en el Baile da Dorna y otras celebraciones, e incluso tuvo vocación cultural, al publicar un pequeño periódico bajo el título de “Armonía”.
De igual modo, Reiriz señala que la empresa de Manuel Martínez Patiño, conocido junto a su mujer como los Higinios, primero, y los Linterneiros -por dedicarse a la elaboración de linternas de hoja de lata para cementerios en Noia-, después, tuvo su origen en 1917 con un pequeño taller en el Malecón, montado a medias con su hermano Saturnino, y que se dedicaba a todo tipo de trabajos mecánicos.
Reiriz recordó que “Manolo e Jovita xa se dedicaran previamente ao arranxo e aluguer de bicicletas ou incluso a un autobús de liña entre Ribeira e Corrubedo que era conducido polo fillo”. Aunque la mayor parte de trabajos que hacían allí tenían que ver con el sector del mar, Reiriz apunta la anécdota de que en ese local se construyeron buena parte de los ataúdes de cinc que sirvieron para enterrar a parte de los 213 fallecidos en el naufragio del vapor Santa Isabel en Sálvora.
Ocho hijos varones
En la solicitud para que se le dedique un espacio público a HMR Talleres El Nervión se detalla que a la muerte del fundador se hicieron cargo de la misma sus 8 hijos varones -Jovita, Saturnino, Manolo, Pablo, Paquito, Jesús, Pepito y Hermenegildo-, que en 1947 detectaron una gran demanda de motores para pequeños pesqueros y racús, por lo que decidieron fabricar un motor diesel de 12 caballos, que dio origen a los motores marinos HMR, que se empezaron a vender por Ribeira, su periferia y buena parte de la geografía nacional. Además, en los años 60 añadió la reparación y venta de motores de coches en una edificación de dos plantas de un total de 3.000 metros cuadrados entre Miguel Rodríguez Bautista y Mariño de Rivera.
También se destaca en la propuesta que la empresa llegó a contar con un centenar de empleados, con un escrupuloso respeto a los derechos laborales, “xa que tiña de alta a todos os seus traballadores, con seguro médico e de accidentes, descansos de persoal e incluso gratificacións por traballos extraordinarios ou excesos de xornada”, algo que no se estilaba en aquella época.