Un céntrico piso de Vilagarcía es desde el pasado mes de abril el hogar de niños y niñas que están tutelados o en situación de guarda por la Xunta. Se trata de la primera Casa de Familia que la Fundación Aldaba gestiona en Galicia y ayer sus residentes celebraron una gran fiesta inaugural a la que no faltó nadie. La delegada de Aldaba para Galicia, Adela Piñeiro, hizo de anfitriona de un evento al que acudieron la subdirectora xeral de Familia e Menores y la jefa de servicio de Protección de Menores, además de representantes municipales.
Y lo que se encontraron fue un ambiente excepcional de convivencia en el que cuatro cuidadores se convierten de referente para los seis niños que atienden actualmente, aunque la vivienda tiene capacidad para ocho.
Adela Piñeiro explica que el objetivo es la integración de los niños pero siempre teniendo como máxima su bienestar. La más pequeña de los residentes de esta casa tiene solo tres años y el mayor catorce, pero el rango de edad que pueden llegar a tener es de 0 a 18 años.
La inauguración de la Casa de Familia Aldaba fue una apertura de puertas de una vivienda en la que se respira completa normalidad de una familia con un gran número de personas. La habitación de las chicas, la de los chicos, un gran salón y una cocina de dimensiones adecuadas para compartir las comidas, una zona de juego y estudio y otra en la que trabajan con los cuidadores.
Su vida solo tiene de excepcional que se encuentran en tutela o guarda de la Xunta. Piñeiro detalla que “se levantan, desayunan, van al colegio, en la casa tienen sus responsabilidades, van a actividades durante la tarde, cenan todos juntos...” Son, en definitiva, “como ocho hermanos”.
Los cuidadores cuentan con un equipo de apoyo especializado, como es el caso de psicólogo, experto en psicomotricidad y la Fundación les facilita incluso un abogado para asesorarles en cuestiones legales. Además, la Fundación dispone de voluntarios que colaboran en el cuidado de los niños y niñas, como puede ser el acompañarles a las actividades de la tarde.
El proyecto educativo que elaboran para cada uno de los niños lo elaboran en función del objetivo que la Xunta de Galicia marque para ellos. La pretensión es que los pequeños estén el menor tiempo posible y, siempre que sea posible, regresen con sus familias, con las que non pierden el contacto. Adela Piñeiro explica que ponen al alcance de las familias todas las herramientas posibles para que puedan volver a la normalidad e insiste en que siempre que la situación lo permita hay tiempos para llamadas, visitas. “La familia siempre es bienvenida en la casa”, puntualiza. Eso sí, han de ser conocedoras y aceptar, añade Piñeiro, las normas de régimen interno. A partir de ese contacto los educadores tratan de hacer partícipe a la familia del proyecto educativo que desarrollan con los niños. En definitiva, concluye Adela Piñeiro, “se trata de facilitar la situación para que el proceso de tutela o en guarda finalice y sea positivo para el pequeño”. Esto último es su principal objetivo, ya que puntualiza que en caso de que después de alguna salida con la familia observen alguna contrariedad lo comunican de forma inmediata para salvaguardar el bienestar del pequeño.
La de Vilagarcía es, por tanto, la primera Casa de Familia que Aldaba tiene en Galicia. Esta fundación cuenta con una miniresidencia en Mallorca con 24 plazas. El motivo de su ubicación en la capital de O Salnés es porque la Xunta requería de este servicio en la zona norte de la provincia, apuntando a Vilagarcía como un lugar idóneo para ubicar esta casa. n